12 y 13.10.2009:
Casi en la frontera con México y a punto de salir de Guatemala he venido hasta la ciudad de Flores en el precioso lago Peten Itza para ir a ver las ruinas de Tikal. Uno de los lugares míticos para mi en Centro América era Tikal en el Peten guatemalteco. Antaño tierra mítica de osados aventureros que tenían que internarse en la selva, viajar en vetustos carros por infames carreteras hasta llegar a la mas impresionante de las ciudades mayas que se pueda imaginar: Tikal. Hoy invadida por la "Gringo Trail" y con carreteras muy decentes, no tiene nada de aventura (aunque todavía presenta algún inconveniente y dificultad a los viajeros independientes) y es el dominio de los "tour-operators" de medio mundo.
Y no es de extrañar porque el lugar lo vale. Es una joya y el entorno es agradable, bonito y acogedor. Las ciudades de Flores y Santa Elena (prácticamente la misma solo separadas por un puente sobre el lago) están el las orillas de un precioso lago, en un lugar tranquilo en donde te puedes quedar extasiado viendo la puesta del sol sobre el lago.
Tanto estas dos localidades como casi toda la provincia tienen en Tikal su punto de referencia y medio de vida.
Es difícil imaginarse un sitio como este, de una majestuosidad impresionante que se extiende por 16 kms. lineales (solo la parte rescatada a la selva) en una impresionante sucesión de pirámides, templos, palacios, etc., y con una riqueza arqueológica tal que contiene mas de 40.000 estructuras. Tiene lo templos mas altos de Mesoamericana (el templo de la "Serpiente Bicéfala", o Templo V tiene 70 mts. de altura , cuando la "pirámide del Sol" en México solo tiene 61 mts.).
Los conjuntos monumentales de la Gran Plaza rodeada de esplendorosos palacios y templos (el del "Gran Jaguar" de 47 mts. de altura y el de "los Mascarones" de 38). Los templos III y IV conocidos como el del "Gran Sacerdote" y la "Serpiente Bicefala", así como el templo V (desde el que se tiene una visión de altura de Tikal realmente alucinante) son todos unas colosales estructuras que sobresalen sobre las copas de los gigantescos arboles de la jungla que los rodea, y casi hace desaparecer, a todo el conjunto de Tikal.
La altura de los templos es de vértigo, sobre todo subir a sus cúpulas, con unas escaleras casi en vertical en algunos de ellos (en el V la escalera cae casi a plomo sobre la vertical). Ademas de los templos tiene diversos complejos, grupos y, sobre todo, varias acrópolis que hacen de Tikal, como con toda justicia reconoció la Unesco, un Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad (porque esa es otra, su riqueza natural es tal que rivalizaría en biodiversidad, tanto vegetal como animal, con cualquier parque nacional de América: tucanes, cocodrilos, zorros (he visto hoy uno), monos araña y aulladores (a docenas), jaguares, coaties y un sinfín de aves de todo tipo que habitan el parque).
He llegado a Tikal en el primer bus de la mañana a las 5 a.m. para ver las primeras luces del día desde lo alto de sus templos y antes de que se llene de peña, al ser hoy día festivo. A esta hora de la mañana la vida en los senderos de la jungla, que unen los diferentes sitios arqueológicos, es muy activa y se ven, y sobre todo se oyen, cantidad de animales. Creo haber llegado el primero a la Gran Plaza, en donde solo había unos pocos guardias de seguridad, y he podido recorrerla a mis anchas, subirme a los templos, etc., en silencio ¡¡que lujo!!. Menos mal que he madrugado, porque a eso de las diez de la mañana la Gran Plaza ha sido invadida de gente, ademas de la habitual de turistas.
Han venido hasta este centro ceremonial y religioso maya cientos de indígenas que han recuperado viejos ritos y lugares de culto. Hoy es el Día de la Raza (nuestro Día de la Hispanidad) y ellos, orgullosamente, celebran el ser Tzutuhiles, Katchiqueles, Quiches, Lacandones, etc. (hay representaciones indignas de toda Centroamérica y de México, descendientes de los Mayas) adorando a sus antiguos y, creo yo, nunca olvidados dioses.
Desde luego seria imposible encontrar un sitio mejor para encender sus fuegos sagrados y elevar sus altares que esta esplendida ciudad de Tikal, centro religioso de toda Mesoamérica, que ya lo fue casi desde los tiempos de Cristo y que , muy probablemente, fue la cuna de sus creencias y el hogar de sus dioses. Para adorarlos levantaron estas inmensas moles de piedra que no tenían otro fin que es de acercarles a sus divinidades: el Sol y la Luna.
La celebración parece tener dos motivos: el religioso y el puramente festivo. Han puesto un altar maya contemporáneo en el centro de la Gran Plaza y en el van quemando, entre una gran humareda, sus diferentes ofrendas. Me he ido fijando y son siempre las mismas cosas, aunque en cantidades y tamaños variables, las que lleva cada oferente: 9 velas de diferentes colores y tamaños; una botella de aguardiente o de ron blanco marca Venado (el mismo que ofrecían a Maximon) y una masa fresca de harina de maíz, achiote, yuca y otros tubérculos (unos envueltos en hojas de plátano y otros no) que son la base de su alimentación tradicional y actual (es una ofrenda a la Pachamama o Madre Tierra para que les de fertilidad a sus campos).
Antes de hacer la ofrenda cada chaman (hay un montón pues cada grupo, pueblo, comunidad trae a los suyos) toma las ofrendas y hacen una serie de ritos y plegarias mientras las van pasando por todo el cuerpo del que las va a quemar (es como una limpieza de aura o cuerpo astral) mientras esta de rodillas. Luego, una vez bendecidas las ofrendas y limpiado el oferente, este da 9 vueltas al altar deteniéndose cada vuelta cuatro veces, una en cada punto cardinal, y haciendo una salutación al cielo y otra a la tierra y luego echan al fuego parte de las ofrendas mientras van escanciando el alcohol, a modo de hisopo, sobre el fuego. La humareda que se forma con las cientos de velas quemadas y el alcohol es tremenda y negrísima.
También hay chamanes repartiendo bendiciones a lo largo de todo el recinto como si fueran confesores, con algún fiel hincado de rodillas recibiendo sus bendiciones y protección (les hacen una imposición de manos y les echan alcohol escupiéndolo con la boca) .
Esta es la parte religiosa. La lúdica es bien distinta, lógicamente. Como en todas las celebraciones que he visto de indígenas el factor común es el consumo en cantidades masivas de alcohol (echan una parte a la hoguera y otra beben ellos - a Dios lo que es de Dios y al Cesar....-) y que produce escenas deplorables, a las pocas horas de iniciada la fiesta, de hombres tirados por el suelo completamente borrachos y sin sentido. Hay música, de marimba sobre todo (es un instrumento precioso con una sonoridad muy rica que, ademas, es cooperativo pues lo tocan al unisono varios instrumentistas -tres o cuatro en cada marimba)-. Los tradicionales bailes de "españoles", del "ciervo", del "toro", etc., muy ricos de colorido, aunque bastante pobres en coreografía y musicalidad.
¡¡Un día sin desperdicio!!.
Y no es de extrañar porque el lugar lo vale. Es una joya y el entorno es agradable, bonito y acogedor. Las ciudades de Flores y Santa Elena (prácticamente la misma solo separadas por un puente sobre el lago) están el las orillas de un precioso lago, en un lugar tranquilo en donde te puedes quedar extasiado viendo la puesta del sol sobre el lago.
Tanto estas dos localidades como casi toda la provincia tienen en Tikal su punto de referencia y medio de vida.
Es difícil imaginarse un sitio como este, de una majestuosidad impresionante que se extiende por 16 kms. lineales (solo la parte rescatada a la selva) en una impresionante sucesión de pirámides, templos, palacios, etc., y con una riqueza arqueológica tal que contiene mas de 40.000 estructuras. Tiene lo templos mas altos de Mesoamericana (el templo de la "Serpiente Bicéfala", o Templo V tiene 70 mts. de altura , cuando la "pirámide del Sol" en México solo tiene 61 mts.).
Los conjuntos monumentales de la Gran Plaza rodeada de esplendorosos palacios y templos (el del "Gran Jaguar" de 47 mts. de altura y el de "los Mascarones" de 38). Los templos III y IV conocidos como el del "Gran Sacerdote" y la "Serpiente Bicefala", así como el templo V (desde el que se tiene una visión de altura de Tikal realmente alucinante) son todos unas colosales estructuras que sobresalen sobre las copas de los gigantescos arboles de la jungla que los rodea, y casi hace desaparecer, a todo el conjunto de Tikal.
La altura de los templos es de vértigo, sobre todo subir a sus cúpulas, con unas escaleras casi en vertical en algunos de ellos (en el V la escalera cae casi a plomo sobre la vertical). Ademas de los templos tiene diversos complejos, grupos y, sobre todo, varias acrópolis que hacen de Tikal, como con toda justicia reconoció la Unesco, un Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad (porque esa es otra, su riqueza natural es tal que rivalizaría en biodiversidad, tanto vegetal como animal, con cualquier parque nacional de América: tucanes, cocodrilos, zorros (he visto hoy uno), monos araña y aulladores (a docenas), jaguares, coaties y un sinfín de aves de todo tipo que habitan el parque).
He llegado a Tikal en el primer bus de la mañana a las 5 a.m. para ver las primeras luces del día desde lo alto de sus templos y antes de que se llene de peña, al ser hoy día festivo. A esta hora de la mañana la vida en los senderos de la jungla, que unen los diferentes sitios arqueológicos, es muy activa y se ven, y sobre todo se oyen, cantidad de animales. Creo haber llegado el primero a la Gran Plaza, en donde solo había unos pocos guardias de seguridad, y he podido recorrerla a mis anchas, subirme a los templos, etc., en silencio ¡¡que lujo!!. Menos mal que he madrugado, porque a eso de las diez de la mañana la Gran Plaza ha sido invadida de gente, ademas de la habitual de turistas.
Han venido hasta este centro ceremonial y religioso maya cientos de indígenas que han recuperado viejos ritos y lugares de culto. Hoy es el Día de la Raza (nuestro Día de la Hispanidad) y ellos, orgullosamente, celebran el ser Tzutuhiles, Katchiqueles, Quiches, Lacandones, etc. (hay representaciones indignas de toda Centroamérica y de México, descendientes de los Mayas) adorando a sus antiguos y, creo yo, nunca olvidados dioses.
Desde luego seria imposible encontrar un sitio mejor para encender sus fuegos sagrados y elevar sus altares que esta esplendida ciudad de Tikal, centro religioso de toda Mesoamérica, que ya lo fue casi desde los tiempos de Cristo y que , muy probablemente, fue la cuna de sus creencias y el hogar de sus dioses. Para adorarlos levantaron estas inmensas moles de piedra que no tenían otro fin que es de acercarles a sus divinidades: el Sol y la Luna.
La celebración parece tener dos motivos: el religioso y el puramente festivo. Han puesto un altar maya contemporáneo en el centro de la Gran Plaza y en el van quemando, entre una gran humareda, sus diferentes ofrendas. Me he ido fijando y son siempre las mismas cosas, aunque en cantidades y tamaños variables, las que lleva cada oferente: 9 velas de diferentes colores y tamaños; una botella de aguardiente o de ron blanco marca Venado (el mismo que ofrecían a Maximon) y una masa fresca de harina de maíz, achiote, yuca y otros tubérculos (unos envueltos en hojas de plátano y otros no) que son la base de su alimentación tradicional y actual (es una ofrenda a la Pachamama o Madre Tierra para que les de fertilidad a sus campos).
Antes de hacer la ofrenda cada chaman (hay un montón pues cada grupo, pueblo, comunidad trae a los suyos) toma las ofrendas y hacen una serie de ritos y plegarias mientras las van pasando por todo el cuerpo del que las va a quemar (es como una limpieza de aura o cuerpo astral) mientras esta de rodillas. Luego, una vez bendecidas las ofrendas y limpiado el oferente, este da 9 vueltas al altar deteniéndose cada vuelta cuatro veces, una en cada punto cardinal, y haciendo una salutación al cielo y otra a la tierra y luego echan al fuego parte de las ofrendas mientras van escanciando el alcohol, a modo de hisopo, sobre el fuego. La humareda que se forma con las cientos de velas quemadas y el alcohol es tremenda y negrísima.
También hay chamanes repartiendo bendiciones a lo largo de todo el recinto como si fueran confesores, con algún fiel hincado de rodillas recibiendo sus bendiciones y protección (les hacen una imposición de manos y les echan alcohol escupiéndolo con la boca) .
Esta es la parte religiosa. La lúdica es bien distinta, lógicamente. Como en todas las celebraciones que he visto de indígenas el factor común es el consumo en cantidades masivas de alcohol (echan una parte a la hoguera y otra beben ellos - a Dios lo que es de Dios y al Cesar....-) y que produce escenas deplorables, a las pocas horas de iniciada la fiesta, de hombres tirados por el suelo completamente borrachos y sin sentido. Hay música, de marimba sobre todo (es un instrumento precioso con una sonoridad muy rica que, ademas, es cooperativo pues lo tocan al unisono varios instrumentistas -tres o cuatro en cada marimba)-. Los tradicionales bailes de "españoles", del "ciervo", del "toro", etc., muy ricos de colorido, aunque bastante pobres en coreografía y musicalidad.
¡¡Un día sin desperdicio!!.
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