06.04.2009:
Menos mal que la prisión es preciosa, sino me sentiría bastante mal. Me explico: hoy por la noche tenia la intención de viajar hacia Bariloche a las 23:30, así que he ido a la terminal a comprar el billete y resulta que ya no sale el autobús grande de 46 plazas (no hay gente para llenarlo al ser temporada baja) y, en su lugar, fletan un minibus de 12 plazas que ya esta lleno y no hay plazas libres. Lo he intentado en las 3 empresas que operan en el pueblo y no hay billetes para hoy: una no viaja a Bariloche, las otras dos, que si viajan, lo hacen en días alternos, una solo lo hace en días impares y la otra en los días pares (¡viva la competencia!). Hoy es par y es la que no tiene plazas libres. La otra que sale mañana para Bariloche lo hace desde El Chalten (hay que retroceder 300 Kms. hacia el sur y yo voy al norte) y es casi el doble de cara que la otra porque va por carretera asfaltada y la otra va por camino ripiado (de tierra).
Como somos varios los que estamos en esta situación, uno propone contratar un "remis" (taxi no oficial) entre cuatro que sale un poco mas caro pero es mas rápido y puedes parar donde y cuando quieras. Acepto y cuando me dicen, después de que un argentino negocie con el conductor, a lo que tocamos por barba, resulta que yo no tengo suficiente efectivo (pensaba pagar el pasaje con la tarjeta y no había sacado dinero del cajero). Pregunto donde hay un banco y me dicen que en el pueblo no hay ninguno (El Chalten es un pueblito de muy pocos habitantes fundado en el 1985 dentro de los limites del Parque Nacional para dar servicios a los que viajaban al parque y no tiene casi de nada), pero me dicen que hay un ATM (cajero) cerca de la municipalidad, Voy corriendo al cajero y ... tururu..., me dice que no puede leer mi tarjeta. Resultado: se buscan a otro compañero de viaje con dinero en efectivo y me dejan en tierra. Lógico.
De ahí lo de la prisión, no puedo salir de aquí aunque quiera hasta el día 8 en que sale el autobús de la única compañía que acepta el pago del billete con tarjeta. Aprovechare para ver con detalle este maravilloso sitio y ver a conciencia el macizo montañoso. Después de aceptar la situación (hay que hacer de la necesidad virtud -que dice el refrán-), me pongo en marcha para hacer un sendero algo mas corto que el de ayer hacia una laguna llamada Torre. Me comentan en la oficina del parque nacional que tiene unas vistas fantásticas del Cerro Torre y del Fitz Roy (el que no pude ver ayer). Como el día ha amanecido esplendido, con sol y sin aire, el panorama cuando llego al primer mirador es autenticamente maravilloso, pero ¡aún no se ve el Fitz Roy!.
Sigo el sendero entre maravillosos bosques que, entre vueltas y revueltas, me va llevando a una cascada, a varias lagunas, a un valle esplendido en medio de las imponentes montañas que lo rodean y al sonoro río Fitz Roy (el lecho es de cantos rodados y hace un ruido curioso) de aguas heladas y, como todos los caudales de por aquí: ríos, arroyos, nacientes, cursos de cualquier tipo ¡de agua potable y absolutamente pura!. La sensación de meter la cara en el río, abrir la boca y beber un agua helada, pura y cristalina, es algo que yo nunca había experimentado: beber agua del deshielo de glaciares que llevan cientos o miles de años helados. ¡Es como beber un vino de una gran reserva con mejor solera y añada del mundo!.
Por fin el camino me lleva al lago que esta a los pies del imponente monte Fitz Roy ¡alucinante!. Ahora se ve el monte en todo su esplendor. El espectáculo de un lago de alta montaña con témpanos flotando en su superficie y, al fondo, el glaciar que lo alimenta de agua y témpanos, que es la base del propio Fitz Roy/Chalten es grandioso. Me he sentado a la orilla del lago a comerme el bocata y a beber agua ¡del propio lago! (no le hacen falta cubitos). Intento llegar a la base del glaciar pero es imposible, cierra el paso los rápidos del río Fitz Roy que no tiene puente para atravesarlo, sino una tirolina, pero yo no llevo arnés para colgarme de ella, ademas un letrero advierte de que es necesaria la autorización de los guarda parques y llevar guía autorizado. En el fondo me alegro... ¡que haría yo en un campo de hielo patagónico con mis botas de Decatlon como todo equipo!.
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