Entre col y col, lechuga. La "regular" impresion que me causo Caracas se ha difuminado como por encanto con las bellezas paradisiacas de la costa caribeña venezolana. El tipico topico del paraiso se da aqui en toda su plenitud: playitas de agua azul turquesa, verde, esmeralda y toda la gama de matices del azul/verde se dan en sus aguas. La arenita casi como harina de fina. Los corales en su esplendor con sus pececitos de colorines y todo. ¡Ya os digo, una gozada!. La playa grande de Choroni, el parque nacional Morrocoy -un archipielago de cayos de coral repletos de vegetación: maglares, cocoteros, palmeras-...de postal.










Ademas he tenido de nuevo la suerte de conocer a gente "chevere": un aleman, un suizo (no de comer), una parejita de venezolanos y otra de "ches".. estoooooo argentinos. Buena gente con la que he compartido tres fabulosos dias de excursiones en bote, submarinismo, playa, etc..










Si puedo (y se) intentare colgar algunas fotos de la "peña". José










Caracas es el caos, la anarquia y el desorden en estado puro: coches; carritos; motos; caminones; "busetas" y decenas de miles de personas se adueñan de todas las calles entremezclandose en una alucinante amalgama de sonidos, olores, colores en la que todos a la vez y sin orden ni control comparten las calles, aceras y carreteras. La aglomeracion de puestitos callejeros, carritos con comida y bebida, vendedores ambulantes de toda clase y color (¡hasta docenas de personas con varios telefonos moviles -perdon "celulares"-colgando del cuello alquilandolos por minutos para que la gente llame!).








El muestrario de las cosas que venden al menudeo es infinita e inimaginable desde perspectivas europeas: muchos solo portan dos o tres unidades de lo que sea para vender, otros con montañas de la misma cosa: zapatillas, bragas o lo que sea. El gentio que se adueña de las calles de Caracas es de tal magnitud que parece que hubieran salido todos sus habitantes a la vez a las calles. Ocurre igual con los con los coches/carros, que llegan a formar colas quilometricas a cualquier hora del dia, especialmente en las encrucijadas entre dos avenidas o calles grandes. Los caraqueños gastan horas diarias en esas trampas mecanizadas. Los semaforos existen, aunque aun no se cual es su funcion o cometido, dado el nulo caso que les hacen sus usuarios.








La suciedad acumulada por doquier me es absolutamente imposible describir, lo que unido a la sensacion de absoluto abandono y falta de mantenimiento del mobiliario urbano, incluidos los monumentales socavones en plena ciudad que obligan a los vehiculos a "badearlos" a dos por hora y rueda a rueda (como en el Paris-Dakar). Si a eso le añades que no hay ni un solo cartel indicando las calles ni, por supuesto, la numeracion de las casas y que nadie -incluidos los 4 o 5 tipos distintos de uniformados a los que he preguntado infructuosamente y que pululan por doquier llevando unos enormes pistolones, fusiles de asalto, cartucheras repletas de cargadores, chalecos antibalas y uniformes tipo "madelman" que harian las delicias de cualquier "milico"- nadie sabe donde cae nada y te remiten, a su vez, al uniformado de al lado. El cuadro deberia ser desolador (y no es que no lo sea), pero la potencia de la vida que fluye por todas sus arterias, la vitalidad de sus gentes, su colorido y belleza, hacen de Caracas una ciudad digna de ser visitada y le dan un "puntito" que redime a esta feisima ciudad.

!!Al fin me muevo!!

17.01.2009

Todo llega y mi viaje no iba a ser una excepcion. A pesar de los follones de dias precedentes en Barajas mi vuelo no registra incidentes ni retrasos. Todo transcurre con suavidad, la facturacion, el tramite aduanero, el embarque, etc, y pienso en aquel refran de que ... lo que bien empieza...



La cosa sigue en racha pues mi compañera de asiento es venezolana, Xiomara, una psiquiatra de Caracas de vacaciones en España, de donde viene entusiasmada. Aprovecho la coyuntura para informarme sobre el pais y me deja bastante preocupado con el tema de la seguridad en ciudades como Caracas, Valencia, Merida y otras que tengo la intencion de visitar. A pesar de todo no estoy dispuesto a dejarme asustar y consigo derivar la conversacion hacia lo que me interesa de Venezuela, sus paisajes y paisanajes, aunque cada vez que me descuido retoma el tema de lo mal que esta el pais con Chaves.


Cuando llegamos al aeropuerto de Maiquietia tuve una sensacion ambivalente, por un lado la hospitalidad que Xiomara me ha brindado ofreciendome alojarme en su casa me reconforta, pero por otro la nube de cambistas que me asantan para intentar cambiarme dolares o euros por bolivares, mas la de taxistas, mas la de oferentes de alojamiento me abruma, eso unido a una asfixiante temperatura de casi 30 grados (en Madrid estabamos a cero). Decido aceptar la hospitalidad de Xiomara a la que ha venido a buscar su hija y su yerno. Una vez fuera del aeropuerto las sensaciones de Venezuela son francamentes tristes: suciedad, abandono, casas desastrosas tipo favelas amontonadas como en una colmena, gentes deambulando por las carreteras, enormes coches americanos circulando en un estado calamitoso, etc.


Afortunadamente me repuse rapido gracias a la maravillosa hospitalidad, simpatia y cordialidad que me mostraron tanto Romulo, el marido de Xiomara como sus hijos: Paula, Marcel y sus respectivas parejas. Era viernes y como tienen una casa de campo a una media hora de Caracas en un paraje maravillo, se suelen quedar a dormir el fin de semana por lo que tuvieron que reacondicionar alguna habitacion para poderme alojar.

Despues de la cena y de varios "tragos" la tertulia duro hasta las 5 de la mañana. Al dia siguiente me agasajaron igualmente con un asado y una excursion al restaurnte de un amigo uruguayo que tiene una casa rural en medio de una lujuriante selva tropical perfectamente acondicionada por el que es escultor. Despues de un dia tan intenso me siento un poco agobiado con tarta atencion y me voy a la cama temprano y sin cenar para salir al dia siguiente camino de "infierno de Caracas".