29.03.2009:
Es mi ultimo dia en Buenos Aires y la ciudad parece que lo sabe, porque me esta despidiendo con la mejor de sus caras (como para dejarme el regusto de tener que volver... como dice el tango del titulo). Paseo por San Telmo y sus mercados de viejo y antigüedades, con su plazoleta Dorrego llena de gente joven ¡¡bailando tangos!! (yo creía que era cosa de nostálgicos y gente mayor). Me ha encantado ver como chavales adolescentes se marcaban en la plaza unos bailes tan de pareja, con tanta sincronía entre ellos y tanto juego de seducción en la mirada, en los ademanes y en los pasos.
Luego como es domingo he ejercido de dominguero y he ido a visitar la inmensa zona ajardinada que tiene esta enorme ciudad. A tal ciudad.. tales jardines (el Retiro de Madrid parecería una maceta al lado de semejante masa vegetal): el Jardín Japones; el Zoológico; el Jardín Botánico; la Rosaleda; el Planetario; los jardines de la Recoleta, etc., etc.
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A la noche cometo la torpeza de comerme un bife de lomo (hasta ahora no había probado la famosa carne argentina) y paso una noche de perros... justo la noche antes del viaje a Usuhaia en que tengo que levantarme a las 5 de la mañana para tomar el avión. Toda la noche intentando dormirme, sin conseguirlo, y me voy a dormir de madrugada. Conclusión, me he dormido y he llegado al aeropuerto, en vez de hora y media antes que me dijeron, justo a la hora en que se supone salía el vuelo. Corriendo como un loco por el aeropuerto con la mastodóntica mochila a cuestas. ¡¡Bendita impuntualidad de los medios de transporte sudamericanos!!... cuando he llegado corriendo al mostrador de facturación, pidiendo disculpas y echándole la culpa al trafico, el del mostrador ni siquiera se ha inmutado, me factura el equipaje y me dice: ".. puerta 16, embarcamos como en media horita..". Luego ha sido casi una hora de retraso, cosa que yo, en ningún caso, voy a criticar... ¡faltaría mas!
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