últimos días en Uruguay

25.03.2009:


Hoy me ha despertado a eso de las cinco de la mañana, dándome un susto de muerte, el argentino que tengo por compañero de habitación. Anoche estuvimos cenando con él, un grupito muy simpático: dos mejicanos, una australiana, una francesa, un brasileño, un alemán el "gaucho" y yo. Él hizo toda la cena, un asado típico argentino de chorizos, morcillas, costillas de "chancho", alitas de pollo, etc.. El solito compró todo, encendió la barbacoa y nos fue invitando uno a uno. Parecía otra persona de atento, simpático, ¿cuerdo?, etc. porque había recibido buenas noticias sobre una herencia o unos terrenos que decía le querían quitar sus familiares. La cena duró hasta que los del albergue nos llamaron la atención por la escandalera que estábamos metiendo (eran mas de las dos de la mañana). Los mejicanos sacaron dos botellas de tequila y el brasileño una cosa dulzona llamada "grapamiel". El gaucho resulto ser un buen cantor y nos regalo con todo un repertorio de canciones de Atahualpa Yupanqui y Jorge Cafrune (este último a petición mía, pues me sé varias de sus canciones). Total que nos acostamos bastante alegres y, al parecer, al argentino se le olvidó tomar la medicación y se pasó la noche como soñando en voz alta, pero de madrugada le ha dado una especie de ataque de ansiedad con palpitaciones y con los ojos fuera de las órbitas, de verdad que parecía la viva imagen de un loco. 

Llamé al del albergue y entre los dos le hemos metido de nuevo en la cama mientras llamaba a un médico. Cuando parecía estar de nuevo dormido y llegó el médico de urgencia, monto un "pollo" en el albergue de cuidado acusando al médico de quererle envenenar y de estar al servicio de la policía política argentina. Le ha puesto una inyección de algo y parece haberse calmado. El del albergue se ha quedado de guardia junto conmigo hasta que se ha vuelto a dormir. A eso de las once de la mañana cuando yo estaba pagando para irme de Montevideo, camino de Colonia de Sacramento, a empezado a llamarme a gritos para darme el teléfono de no se qué familiar en Buenos Aires (haciéndome hincapié en que no comentara por teléfono en donde estaba él para que no fueran a buscarle los "milicos"). Me voy con el corazón en un puño y con la tristeza de no poderle ayudar.




La parte de Colonia de Sacramento que es visitable es un pañuelo, algo pequeño y muy concentrado en torno, como siempre, de la iglesia matriz y la plaza de Armas, pero muy agradable de pasear. Mañana cruzaré el Río de la Plata en el ferry hasta el Gran Buenos Aires. 

!!Argentina allá voy¡¡.

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