06.05.2009:
A pesar de haber estado ya en dos "salares": el de Atacama, en Chile, y el Laguna Grande en Argentina y de haber visto fotos y hasta un documental sobre Uyuni, no tiene nada que ver con este gigantesco "salero" de 12.000 kms. cuadrados, con una extensión, de punta a punta, de 130 kms. y una profundidad media de mas de 100 metros.
La blancura es tan intensa y la reververación del sol tan cegadora que sin gafas de sol no ves un pijo, por la luminosidad y por que te ves obligado a cerrar los ojos. La sensación, según te vas internando en el Salar con el jeep a toda pastilla (la ventaja de no tener rayas continuas, ni semáforos, ni carriles, ni cedas el paso, etc.) es especial: la gran inmensidad blanca absolutamente vacía que te va rodeando, sin mas relieve que unas milimétricas murallitas de sal que forman los dibujos pentagonales o exagonales de las costras de sal, la superficie totalmente plana sin el menor desnivel, el coche que no tiene la mas mínima vibración, el motor apenas audible, el silencio de los que vamos dentro del coche mudos por el espectáculo y, sobre todo, la sensación como de ingravidez pues al no haber horizonte ni relieve parece que no te mueves en absoluto, pero sientes la velocidad... ya os digo, ¡algo muy especial!.
Después de visitar Colchani, el típico pueblito indígena, de cuatro casas que vive en el Salar y de la sal que extraen (aunque creo que su principal ingreso debe provenir de los "souvenir" que venden a los turistas) con medios totalmente artesanales, o sea: pico y pala, nos vamos a visitar algo que suena bastante raro en este medio: ¡una isla!. Por definición una isla es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes, menos en este caso, que lo que la rodea son ¡miles de millones de toneladas de sal petrificada!.
Hace algunos millones de años (año mas año menos) esto era un mar, luego con la creación de los Andes, se quedó en lago que estaba alimentado por un río que nacía en el lago Titicaca. Debido a terremotos, erupciones volcánicas, etc., el río se cegó y el lago empezó a evaporarse y desecarse hasta convertirse en un salar, pero las islas que tenia el lago, pues eso... hay siguen en medio de un océano de sal.
La isla que visitamos se llama Incahuasi y es algo irreal. A lo atípico de su ubicación se le añade que es como un invernadero de cactus. Cactus gigantescos y a centenares. Esta variedad que crece aquí lo hace a un centímetro anual y hay ejemplares de mas de 13 metros que ¡están datados hace 1300 años!. Desde la atalaya principal de la isla el panorama que se divisa es excepcional.
Está ubicada casi en medio del salar, que ocupa una depresión en forma de valle de 12000 kms. cuadrados, lo que significa que las orillas del salar están a tomar viento, pero aun así, las montañas y volcanes que lo circundan le dan una vista de antología.
Al atardecer el espectáculo de luz y color es fastuoso y el cielo adquiere unos tonos rojizos que parece que lo están incendiando. Y, como ya experimente en los otros salares y en el desierto de Atacama, es irse el sol y empezar a hacer un frío que pela y que aquí es especialmente intenso (en invierno registran temperaturas nocturnas de -25º, en cambio durante el día no hace ni la mitad de calor que en Atacama).
He intentado, a la vuelta del Salar, pillar un autobús para Potosí, pero ya no había billete. Dormiré aquí y mañana veré si puedo salir temprano.
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