El Llanero Solitario

04.05.2009:

Hoy he probado algo nuevo (aunque creo que ya lo probé, con mi padre, cuando era niño, pero no me acuerdo): montar a caballo. Me he apuntado a una excursión en el albergue para visitar los cañones y gargantas que rodean Tupiza. Han sido cinco horitas con alternativas. Me han asignado un rucio que se las sabe todas (supongo que para compensar que yo, en este noble arte de la equitación, no tengo ni zorra).


Nada mas montar el animalito, lógicamente, se me ha mosqueado pues, aunque he adelgazado, aun peso mis buenos quilitos. Me explican el "abc" equino: rienda a la derecha... el bicho va para la derecha. Rienda a la izquierda, pues eso... a la izquierda (que es un caballo no un burro). Y para parar las dos riendas a la vez "jalando" hacia mi con fuerza. As,í a primera vista, no parece difícil ¿eh?.



Se pone la comitiva en marcha y mi Rocinante que no se mueve. El guía, un muchachito indígena, que esta al loro viene en mi ayuda: el problema es que no le he aflojado las riendas al caballo. Suelto riendas y, efectivamente, ¡se pone en marcha!.



Salir del pueblo ha sido una risa, con los coches, las motos, los niños camino del colegio, los cambios de dirección, etc. Yo por mas que le indico al animalito que quiero ir para la derecha o la izquierda, el no tuerce hasta que se le pone en el rabo (y no precisamente en el de atrás). Cuando hay que parar por mas que tiro de las riendas y le digo: Soooo, el no para hasta que no esta justo encima del obstáculo que sea, coche o persona.



Me ha costado y mi orgullo ha sufrido un poco, pero... ¡por fin he aprendido la lección: aquí el que manda es él, yo bastante tengo con no caerme!. A partir de ese momento parece que hemos empezado a entendernos (aparte le he sobornado con una manzana que llevaba en la mochila y no hago mas que acariciarle el cuello). A veces, y sin que venga a cuento, se pone a trotar deprisa y me entra algo de cangüelo. Le he preguntado al guía el motivo de ese comportamiento y me responde guasón que es por no separarse del resto de sus amigos cuadrúpedos y que vaya espabilando que esto es para hoy.



Hasta que no cojo confianza ni me entero de por donde voy, pero a la media horita ya me creo un John Wayne cualquiera (pronúnciese: "jon vaine") y hasta me permito soltar las riendas para hacer alguna foto (en una de estas el caballo ha acelerado y por poco me la pego -yo creo que le debí de dar con el tacón sin querer y por eso "arranca"- ).



Lo del caballo va perfectamente a tono con el paisaje: cañones, desfiladeros, cactus, desierto, buitres volando en el cielo, etc., etc.. (si ahora saliera de detrás de un matorral "Jerónimo" no me extrañaría lo mas mínimo...).



Parecerá una tontería pero he acabado la excursión mas cansado que si la hubiera hecho a pata. En especial me duelen las caderas y esa noble parte del cuerpo que empieza por "cu" y acaba en "lo". He sido el hazmerreir del grupo que, mayoritariamente, son yanquis (y que, como todo el mundo sabe, son todos unos "cow-boys" al igual que los españoles somos todos "toreros").



La ruta es impresionante: la Puerta del Diablo (otra vez el dichoso Diablo), el Valle de los Machos (con formaciones monolíticas en forma fálica), el Cañon del Inca, etc., etc..



El paisaje es genial pero muy, muy parecido a lo que ya llevo visto en esta zona por lo que mañana me iré a visitar otro lugar mítico en la "Gringo Trail" (la Ruta del Gringo) que dicen por aquí: El Salar de Uyuni.

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