Camino de Uyuni

05.05.2009:

Yo no se si es que soy tonto o que me esta afectando la hoja de coca que estoy tomando para el "soroche", o que sera, pero... ¡es que cada viaje que hago me encanta y me sorprende!.


Hoy camino de Uyuni, también me parece un recorrido único y espectacular (tanto que me ha hecho olvidar el cacharro en el que voy montado). A pesar de lo duro del viaje -ya sabéis, camino de piedra, tierra y polvo- y de que para hacer 286 kms. se tardan seis horas y pico ¡yo estoy encantado!.



La mayoría de los "gringos" no van a Uyuni en bus desde Tupiza, sino que contratan una excursión de 3 o 4 días en jeep pernoctando en el camino y visitando una serie de lagunas, volcanes, etc., que yo ya visite estando en Atacama, por lo que en el bus prácticamente el único "gringo" soy yo. El resto son "cholitas" con sus atillos a cuestas (la mayoría de las veces con su hijo dentro) y mineros de una mina de estaño.



El rosario de paisajes en sucesión que van pasando por mi ventanilla son, de nuevo, una expresión de la riqueza mineral de Los Andes: colores y formas de alucine: esculturas hechas por la Naturaleza a lo largo de miles o millones de años de erosión por el viento, el agua, el sol, etc.. Todo muy bonito.



Mas o menos a la mitad del camino, el paisaje empieza a cambiar drasticamente. Se despuebla de la ya escasa vegetación existente y el terreno adquiere un tono uniforme y gris bastante feo. Es la zona de Atocha, un poblachon minero surgido a los pies de una enorme mina de estaño y que vive por y para la mina. Allí se bajan prácticamente todos los que iban en el autobús: los mineros que han ido todo el rato mascando coca caminito del tajo en una mina con unas condiciones muy duras (por lo que me han ido contando por el camino).



Pasados unos cuantos kilómetros la naturaleza parece que vuelve a recuperarse de la herida abierta de la mina y vuelven a "salirle los colores" (aunque la vegetación ya ha desaparecido por completo por la altura) y empiezan a asomarse las ronchas de sal anunciando la proximidad del Salar de Uyuni.



Durante el viaje me vuelvo a encontrar con dos viejos conocidos de Atacama: los volcanes Licancabur y Tacna, pero ahora vistos por su espalda. La llegada a Uyuni deprimente, como todas las poblaciones que llevo vistas de Bolivia: pobreza, polvo a montones y adobe, etc.



¡Menos mal que el Salar me espera!.

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