16 y 17.05.2009
Otro viaje lindo desde La Paz hasta Copacabana por las llanuras altiplánicas sin especiales relieves ni accidentes geográficos, pero muy agradable de ver. Para llegar a Copacabana hay que cruzar el lago Titicaca en un pequeño pueblo costero. La escena es similar a otras en que el autobús se embarca en una barcaza para cruzar a la otra orilla, con la diferencia que esta es muy rudimentaria y los pasajeros debemos ir en pequeñas lanchas también a la otra orilla. Como el lago es el mas alto del mundo navegable, a pesar de ser mediodía según nos vamos adentrando en él hace un frió tremendo. Voy en manga corta y me he dejado la ropa dentro del autobús.
El lago es sorprendentemente grande e irregular y contiene bastantes islas de tamaño considerable en su interior, lo que te impide verlo en toda su extensión, por lo que parecen varios según por donde lo mires. A esa altura, mas de 4000 metros, y con ese cielo tan puro e iluminado, el azul de sus aguas es intensisimo y muy bello.
Aparte de sus innegables atractivos como elemento natural, al lago Titicaca hay que sumarle el gran simbolismo que, para las gentes de estos lugares, tiene. Según la mitología inca fue en una de sus islas donde nació el astro rey, el Sol (de donde toma su nombre la isla: isla del Sol), dando así lugar a una dinastía real, la de los Incas que, como los faraones egipcios, se creían hijos directos de INTI, el Dios Sol.
A pesar del reducido tamaño del pueblo, tiene una iglesia basílica monumental y esta decorada con un lujo asiático. Tiene la advocación de la Virgen de Copacabana que cuenta, aquí en Bolivia, con una grandísima devoción. En el patio exterior de la basílica y alrededor de una gran cruz, los penitentes que, supongo, habrán hecho alguna promesa o esperaran alguna gracia, van dando vueltas alrededor de la gran cruz ¡de rodillas! y con una gran fatigita -por las caras de dolor que llevan-. Hay una pareja de inditos jóvenes haciendo esa especie de "vía crucís" y su hijo, de 5 o 6 añitos, los va siguiendo ¡¡también de rodillas!!. ¡Señor que cruz!.
Uno de los ritos mas curiosos que he visto se da aquí. Es la llamada bendición de "movilidades", todos los días a las 12 en punto la gente lleva a la puerta de la iglesia, para que sean bendecidos, cualquier cosa que lleve ruedas o se mueva (bicis, motos, carritos, patinetes, coches, autobuses, etc -el precio de la bendición esta en función del volumen "bendecido"-). Ahora entiendo porque aquí no se respetan, apenas, las normas de circulación...¡tienen bula!. Luego a la noche se repite la escena pero con objetos, personas o seres vivos: las mamas llevan a sus retoños, fotos de familiares, objetos, animales de compañía o de granja, etc.. se forman enormes colas y dos o tres sacerdotes con un cubo de agua bendita y unas ramas para mojar en ella, van rociando a los que quieren ser bendecidos. Curiosísimo.
A la mañana siguiente tempranito tomo el barco para visitar varias islas: la del Sol, la Luna y una isla flotante de totora (una especia de junco que crece en abundancia en estas costas con el que hacen sus barquichuelas, tipo canoa, y sus cabañas).
El paseo por el lago con ese airecito mañanero frío como el hielo, con una luz purísima y de una gran intensidad, con jirones de bruma sobre el lago que se van levantando, lentamente, según el sol los va calentando y deshaciendo... es una gozada. La gozada se vuelve levitación cuando nos sirven una taza de chocolate "calientito" que le sientan mejor a mis manos que a mi estomago.
Según la mañana avanza -el viaje hasta la primera isla dura alrededor de dos horas- el sol va haciendo su trabajo y empiezo a sentir de nuevo mis extremidades (el barco no tiene mas que una especie de techo -y no tiene cristales en las ventanas- como única protección).
La verdad es que la isla del Sol es una especie de paraíso perdido en medio del lago, pero tener, lo que se dice tener (aparte de unas pequeñas ruinas), no tiene nada. Cruzamos la isla andando de parte a parte -de norte a sur- en unas dos horas y media y, de nuevo al barquito. Repetición de la jugada en la isla de la Luna y a visitar la isla "flotante" que, simple y llanamente, es una estafa. Han recreado una isla de totora, pero con soportes de madera, su tienda de "souvenir", su torre tipo castillo medieval... ¡y encima cobran si te bajas del barco para verla!.
Al parecer la única y verdadera isla flotante de totora esta en la parte del lago peruana (el lago lo comparten Bolivia y Perú) y claro, ellos no van a ser menos y perder el negocio.
"La "pela" es la "pela".
No hay comentarios:
Publicar un comentario