08.05.2009:
¡Vale lo que un Potosí!. Esta frase se hizo famosa en los años de la colonia, haciendo alusión a la inmensa riqueza que se extraía del Cerro Rico en Potosí (el nombre se lo pusieron por eso). ¡Aún hoy, 400 años después, se sigue extrayendo mineral: plata, estaño, zinc y otros del Cerro Rico (que ya no es tan "rico" y apenas permite a los pobres mineros sobrevivir en unas penosas condiciones).
He dedicado el día completo a visitar la ciudad y alguno de sus numerosos museos. La visita a la Casa de la Moneda es especialmente ilustrativa -es una visita guiada- . La mayoría del grupo en español eran bolivianos o sudamericanos y la visita empieza haciendo una especie de resumen histórico de la Casa, de la ciudad y de los tiempos coloniales. Evidentemente los españoles no salimos muy bien parados y nos ponen a "caer de un burro" (y no es para menos, la codicia de la corona española durante 300 años hizo que las minas de plata "emplearan" -en régimen de esclavitud, la mayor parte de ese periodo, a indios, mitayos y mestizos- en una cifra superior a los 7 millones). Puede parecer una cifra excesiva -o al menos a mi me lo parece- pero la vida media de un minero, en aquellos tiempos, no superaba los 10 años desde su ingreso en la mina. Aun hoy en día la media de vida de uno de estos mineros cooperativos no supera los 15-17 años desde la entrada por culpa de la silicosis.
La ciudad de Potosí llego a tener, a la mitad del siglo XVII, mas población que Londres, París, Madrid o Roma, y la Casa de la Moneda era el edificio civil mas grande de su tiempo (tiene un chorro de miles de metros cuadrados). Aquí se acuñaron monedas con tal grado de pureza en plata (hasta un 96%) que fueron las primeras monedas en tener valor universal (se usaban y tenían curso legal en toda Europa, Japón, América, India y algún sitio mas).
Evidentemente toda esa grandeza -que ellos exhiben con orgullo- contrasta con su realidad actual: pobreza, desempleo, insalubridad, etc., etc.. La calle es un espectáculo bullicioso y caótico, pero muy muy colorista. Me sorprende la inmensa cantidad de colegiales que llevo vistos en Bolivia y, especialmente, aquí en Potosí. ¡Son miles y van todos uniformaditos con su babi, su corbata o lazo, su "pollera" plisada, sus gorritos, sus medias y calcetines altos, etc., etc.!. A la salida de los colegios lo inundan todo como una marea y van formando una algarabía de cuidado (¡¡Ah, cuantos recuerdos me traen esas escenas!!).
Las iglesias y conventos son numerosísimos (prácticamente no hay calle sin una de las dos) pero están casi todas cerradas. Visito varias, en especial la iglesia y convento de San Francisco (con sus catacumbas llenas de "huesos de santo" y no de los de comer) que tiene unas vistas desde lo alto de su cúpula de todo Potosí y del Cerro Rico impresionantes. También visito el convento de Santa Teresa (una vida dura la de la clausura -al menos en este convento-).
Por la noche ponen en el albergue un documental sobre los niños mineros que, actualmente están trabajando en las galerías de las minas (algunas ilegales) del Cerro Rico. Con 10 o 12 años ya los tienen desarrollando las tareas mas peligrosas: descender o ascender por galerías en forma de tubo o chimenea en donde no cabría, por sus dimensiones, un adulto. El documental me ha dejado el cuerpo hecho polvo.
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