Semuc Champey y las grutas de LANQUIN

08.10.2009:



Hoy he vuelto a quedar hipnotizado por la ventanilla del bus, algo que no me había pasado aun en Centroamérica. Esta zona de Guatemala del Alto Verapaz y la sierra de los Cuchumatanes es una preciosidad. Es una sucesión de cadenas montañosas superpuestas que le dan al paisaje una sensación de laberinto que se va desenvolviendo a través de una carretera con un millón de curvas. En cada una de ellas el paisaje, aun siendo el mismo, parece cambiar.


Unas veces asoman a la ventanilla enormes "milpas" (parcelas en donde se cultiva el maíz) que cubren todas las colinas de una zona, como de repente aparecen grandes extensiones de cafetales cubriendo todo lo que la vista abarca, luego grandes manchas de vegetación virgen, lujuriosa y exuberante, de un verde intensisimo y con unos bosquecillos de pinares de una especie que no conocía que es preciosa: tienen las agujas de sus hojas larguísimas y de una finura extraordinaria que se agrupan en unos ramilletes elegantísimos que se mueven con la mas mínima brisa de una manera cadenciosa. ¡Una preciosidad!.


De pronto el paisaje parece deforestado (no se ven arboles, ni arbustos) y todo cubierto por una malla gris que parece estar envolviendo (como si fuera un paquete) las colinas ... son plantaciones de una palmera llamada "xate" que producen en cantidades ingentes para la exportación para su uso en decoración de interior y exteriores, jardines, etc. (la cubren para evitar que el sol dañe las hojas y las vuelva marrones, quedando, con la cubierta, con unas hojas de un verde muy intenso).


Es una zona totalmente rural e indígena, muy poco habitada. A partir de un cierto punto, la carretera se convierte en camino de polvo y piedra e inicia el descenso hacia un profundo valle, camino del poblado de Lanquin. La carretera es muy estrecha y sinuosa y cuando dos coches se cruzan, a maniobrar. Según nos vamos internando hacia la profundidad de la garganta formada por el río Cahabon, la vegetación se va espesando y tomando densidades, colores y especies típicas de la jungla.


A lo lo largo de todo el camino el paisaje es sublime. Al llegar a Lanquin, cambio de mula: de combi a pick-up descubierta con docenas de personas apretujadas en la caja y de pie (¡como podrán subir estas empinadas cuestas con ese firme de piedras y tantísimo peso, pues aparte de las personas, cada una lleva sus cestos, canastas, herramientas, azadones, sacos con maíz o papas, etc.!).


Semuc Champey es un paraje natural único con unas características muy especiales que lo convierten en un trocito de paraíso en la tierra: un precioso río de aguas verde-azuladas, limpias, cristalinas, con cientos de pececitos nadando en sus ricas y nutritivas aguas. El río es como el Guadiana ... ¡que aparece y desaparece! . Como estas colinas son muy ricas en calcio (fueron un antiguo mara hace la pera de años) su subsuelo esta totalmente horadado por el agua que disuelve el calcio, dando lugar a cientos de cuevas y pasajes subterráneos por los que el río se cuela, desaparece y vuelve a aparecer, unos metros o quilometros mas allá.


Las joyas del lugar son, sin duda, las pozas que va formando el río por superposición de depósitos calcáreos que van creando unas piscinas naturales en diferentes terrazas que van descendiendo hasta terminar en una preciosa catarata. Cada poza o laguna parece tener un distinto color de agua: verde, azul, turquesa, etc.. Las pozas son bastantes profundas y están plagaditas de pececitos que, en cuanto te quedas quieto, te mordisquean. El agua esta fresquita y deliciosa. ¡Uno de los mejores baños que me he dado!.


Otra curiosidad que llama mucho la atención de este paraje es que el río no es el que alimenta las pozas (a pesar de que llega hasta la primera y sale por la ultima) ¡¡el río pasa por debajo de ellas, por un subterráneo o cueva natural que llaman el Sumidero, y vuelve a salir por la base de la cascada.


Para tener una panorámica completa del lugar, hay que darse tremendo palizón a subir a lo alto de un enorme cerro, hasta el mirador. La subida es casi vertical y toma una hora, con el calor que hace ... pero la vista lo merece.


A la bajada nuevo bañito para aliviar el calor y quitarse el sudor del cuerpo, y ... a visitar la otra atracción del lugar (a unos 10 kms. una de la otra). Tampoco la Naturaleza es justa ni equitativa y no reparte con generosidad: unos sitios, como este, parecen tenerlo todo en grado superlativo en un palmo y en otros, en cambio, tienes que hacer cientos de kilómetros entre cada lugar y, a veces, no es gran cosa.


La otra atracción del lugar son las grutas de Lanquin. Un punto y aparte en espeleología. No he visto ninguna como esta ...¡que maravilla!. La entrada de la cueva coincide ¡con la salida subterránea del río que, hasta ese punto transcurría bajo tierra, dándole un puntito al "portal" de la cueva de alucine.


Las grutas están pobre y malamente iluminadas, con pocos asideros para poderse agarrar, con escasos senderos visibles (la cueva esta casi virgen y el subsuelo lleno de grietas, quebradas y oquedades sin señalizar ni proteger y con un suelo que parece una pista de hielo de lo resbaladizo que esta). No hay señalizaciones, ni guías (salvo que lo pagues), estas tu solo en medio de un laberinto de estalactitas y estalagmitas, pasadizos, túneles, barrancos, etc., y con tan solo algunas pocas bombillas iluminando pobremente, pero ... ¡¡que emocionante hacen todas estas cosas el paseo por sus profundidades, agarrándote a cada saliente de roca (aquí no podrían poner aquello de no tocar las estal..) para no caerte, empapándote con el agua que cae, oyendo los agudos chillidos de los murcielagos y oliendo su nauseabundo excremento!!.


¡Una pasada!. Lastima de no haberme alojado en este pueblo porque el ultimo bus para Cobán sale a las 4;30 y no me he podido recrear en los ¡dominios de Belfegor!.

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