05 y 06.10.2009:
Sigo viaje hacia el norte de Guatemala camino de Cobán y sus cuevas y de las ruinas mayas de Tikal. Tanto desde Antigua Guatemala como desde la capital o Chichicastenango hay agencias de viajes que te llevan en sus minibuses del tirón a cualquiera de estos destinos en sus cómodos, limpios, climatizados y directos minibuses y, como es lógico, ¡yo no los he tomado!. En cambio me estoy aventurando a hacer una complicada "vuelta a Guatemala" en destartalados, lentos e inciertos transportes públicos: buses, camiones, pick-up, camionetas, etc.. No es que sea "masoca" es que creo que es la mejor manera de conocer realmente a la gente, su forma de vida y sus mas recónditos paisajes.
La ruta me ha traído hoy a Quetzaltenango, a la que todos llaman "Xela" en abreviatura de la Xelajuj indígena. Aqui los pueblos tienen unos nombres larguísimos y, a veces, complicados de pronunciar, por eso la gente no se complica la vida y los abrevia. Así de Guatemala se pasa a Guate, Chichicastenango se queda en Chichi, Huehuetenango en Hue, etc., etc..
Xela es una ciudad bastante grande, aunque no tanto como para no ser manejable. Se ha convertido en un destino cultural para estudiantes de español de los EE.UU.. La ciudad tienen un curioso aire neoclásico en sus monumentos y edificios notables, la mayoría reunidos en torno a la plaza de Centroamérica, corazón de la ciudad. Tiene unos alrededores bonitos con grandes montañas, volcanes, fuentes termales a docenas y un fértil valle en el que se aprovecha hasta el ultimo metro cultivable con cientos de parcelitas en donde se da toda clase de verduras y hortalizas.
Camino de una de sus "saunas naturales al aire libre" llamada los Vahos, donde me he puesto un poco a remojo, he pasado por un pueblo llamado Zunil que solo tiene de interesante una iglesia, pero donde he vuelto a tener suerte y en el ayuntamiento indígena, que esta en la misma plaza, he visto una boda Tzutuhil. Uno de los policías municipales con ganas de charla me va contando como son: la noche anterior a la boda los padres o padrinos de la novia la depositan en casa del sindico del pueblo, en donde queda en custodia durante esa noche. Al día siguiente las mujeres del clan van a recogerla a esa casa y la llevan al ayuntamiento (primero la boda civil) en donde el jefe del clan les dice unas palabras y los novios se agarran del bastón de mando del jefe, después es el empleado municipal el que los casa. Luego se van para la iglesia en donde, a la entrada, se plantan los novios para que los invitados les vayan dando los regalos (el regalo es obligatorio y son las mujeres las que hacen la ofrenda en nombre de la familia a la novia). Es una boda de gente campesina muy pobre, por lo que los regalos son a tono con esto: tejidos bordados por ellas, palanganas, cestos de mimbre, delantales, etc., ¡hasta una docena de latas de refresco he visto depositar!. Yo, por indicación del policía, me he acercado para desearles felicidades. He estado tentado de decir aquello de ¡¡que vivan los novios o que se besen, pero me he cortado!!.
La ruta me ha traído hoy a Quetzaltenango, a la que todos llaman "Xela" en abreviatura de la Xelajuj indígena. Aqui los pueblos tienen unos nombres larguísimos y, a veces, complicados de pronunciar, por eso la gente no se complica la vida y los abrevia. Así de Guatemala se pasa a Guate, Chichicastenango se queda en Chichi, Huehuetenango en Hue, etc., etc..
Xela es una ciudad bastante grande, aunque no tanto como para no ser manejable. Se ha convertido en un destino cultural para estudiantes de español de los EE.UU.. La ciudad tienen un curioso aire neoclásico en sus monumentos y edificios notables, la mayoría reunidos en torno a la plaza de Centroamérica, corazón de la ciudad. Tiene unos alrededores bonitos con grandes montañas, volcanes, fuentes termales a docenas y un fértil valle en el que se aprovecha hasta el ultimo metro cultivable con cientos de parcelitas en donde se da toda clase de verduras y hortalizas.
Camino de una de sus "saunas naturales al aire libre" llamada los Vahos, donde me he puesto un poco a remojo, he pasado por un pueblo llamado Zunil que solo tiene de interesante una iglesia, pero donde he vuelto a tener suerte y en el ayuntamiento indígena, que esta en la misma plaza, he visto una boda Tzutuhil. Uno de los policías municipales con ganas de charla me va contando como son: la noche anterior a la boda los padres o padrinos de la novia la depositan en casa del sindico del pueblo, en donde queda en custodia durante esa noche. Al día siguiente las mujeres del clan van a recogerla a esa casa y la llevan al ayuntamiento (primero la boda civil) en donde el jefe del clan les dice unas palabras y los novios se agarran del bastón de mando del jefe, después es el empleado municipal el que los casa. Luego se van para la iglesia en donde, a la entrada, se plantan los novios para que los invitados les vayan dando los regalos (el regalo es obligatorio y son las mujeres las que hacen la ofrenda en nombre de la familia a la novia). Es una boda de gente campesina muy pobre, por lo que los regalos son a tono con esto: tejidos bordados por ellas, palanganas, cestos de mimbre, delantales, etc., ¡hasta una docena de latas de refresco he visto depositar!. Yo, por indicación del policía, me he acercado para desearles felicidades. He estado tentado de decir aquello de ¡¡que vivan los novios o que se besen, pero me he cortado!!.
Luego he ido a visitar otro pueblo llamado San Andres Xecul que tampoco tienen que ver mas que una iglesia ... ¡¡¡pero que iglesia!!!. Si hubiera que buscar una iglesia para poner en Disneylandia tipo dibujo animado, yo pondría, sin dudarlo, esta. La impresión visual es tan intensa, sorprendente y colorista, como ingenua, tierna, divertida y no se cuantas cosas mas. En sus fachada y cúpulas están presentes todos los colores puros de la paleta de un pintor, aplicados con generosidad, intensidad y sin escatimar pintura: amarillos, rojos, azules, verdes, etc., dan vida a santos totalmente "naiff", infantiles, cándidos y muy expresivos, junto a ángeles divertidísimos, flores, vides cuajadas de uvas, tigres, monos, etc., etc. ¡¡todos ellos en tecnicolor!!. ¡Realmente fantástica!!. La pena es que no abre mas que fines de semana y para funerales, bautizos, etc., y no he podido ver el interior. Pero con el exterior me doy por despachado.
A la vuelta a Xela el bus llega a la terminal de Minerva que es una monumental confusión y un conglomerado caótico mezcla entre terminal y mercado y mezclados ambos de una manera muy curiosa que se extiende por todos lados en callejones, pasadizos, callejuelas, barracones, entoldados, etc., en un laberinto donde no perderse en casi imposible y te ves, después de dos o tres vueltas, en el mismo punto donde empezaste. Reina una confusión total de buses, camiones, motocarros, etc. mezclados: unos llevando frutas y hortalizas, otros pasajeros y todos mezclados con los puestos callejeros, vendedores ambulantes, puestos de comida y tiendas de lo mas diverso. Y todo ello en una espectacular mezcolanza tan abigarrada que hacen dificultosísimo el movimiento, tanto del trafico rodado (que comparte la calle con los carritos, cargadores, mozos de cuerda, señoras sentadas a lo largo de la calzada vendiendo verduras y hortalizas y, sobre todo, cientos de personas andando por el medio con un desprecio total a su seguridad y en la mas completa parsimonia y ausencia de prisa) como el simple deambular.
A esto hay que añadir que los autobuses se paran en donde les place para esperar pasajeros sin importarles un pimiento el atasco que forman. Coches y buses pitando como locos, gente vociferando, unos sus mercancías y otros el destino de los buses, estos últimos con la megafonía del bus a tope tocando reggetones, rancheras, ballenatos, etc., a todo ello aun hay que añadirle el colorido increíble de las flores que hay por todos lados (cerca esta el cementerio y suelen llevarles flores frescas), de las frutas y, sobre todo, los atuendos típicos de los indígenas y ... si encima le unes los diez mil olores que emanan de los puestitos de comida, de los de condimentos (docenas de diferentes ajíes, picantes, etc.), de los de flores y la tremenda pestilencia de los puestos de carne, pollerías, pescaderìas, etc., etc., etc., tendrás un espectáculo de luz, sonido, color y olor único y alucinante, y todo ello presidido ... ¡¡por un templo romano dedicado a Minerva!! (un enorme templo clásico con enormes columnas en medio de toda esta algarabía).
A la vuelta a Xela el bus llega a la terminal de Minerva que es una monumental confusión y un conglomerado caótico mezcla entre terminal y mercado y mezclados ambos de una manera muy curiosa que se extiende por todos lados en callejones, pasadizos, callejuelas, barracones, entoldados, etc., en un laberinto donde no perderse en casi imposible y te ves, después de dos o tres vueltas, en el mismo punto donde empezaste. Reina una confusión total de buses, camiones, motocarros, etc. mezclados: unos llevando frutas y hortalizas, otros pasajeros y todos mezclados con los puestos callejeros, vendedores ambulantes, puestos de comida y tiendas de lo mas diverso. Y todo ello en una espectacular mezcolanza tan abigarrada que hacen dificultosísimo el movimiento, tanto del trafico rodado (que comparte la calle con los carritos, cargadores, mozos de cuerda, señoras sentadas a lo largo de la calzada vendiendo verduras y hortalizas y, sobre todo, cientos de personas andando por el medio con un desprecio total a su seguridad y en la mas completa parsimonia y ausencia de prisa) como el simple deambular.
A esto hay que añadir que los autobuses se paran en donde les place para esperar pasajeros sin importarles un pimiento el atasco que forman. Coches y buses pitando como locos, gente vociferando, unos sus mercancías y otros el destino de los buses, estos últimos con la megafonía del bus a tope tocando reggetones, rancheras, ballenatos, etc., a todo ello aun hay que añadirle el colorido increíble de las flores que hay por todos lados (cerca esta el cementerio y suelen llevarles flores frescas), de las frutas y, sobre todo, los atuendos típicos de los indígenas y ... si encima le unes los diez mil olores que emanan de los puestitos de comida, de los de condimentos (docenas de diferentes ajíes, picantes, etc.), de los de flores y la tremenda pestilencia de los puestos de carne, pollerías, pescaderìas, etc., etc., etc., tendrás un espectáculo de luz, sonido, color y olor único y alucinante, y todo ello presidido ... ¡¡por un templo romano dedicado a Minerva!! (un enorme templo clásico con enormes columnas en medio de toda esta algarabía).
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