Bolivia

03.05.2009:

Toca nuevo país. ¡La implacable dinámica del viajero: hay que moverse!. Bolivia es mi próximo destino. Llego a La Quiaca, ultima población argentina y frontera con Bolivia a través del pueblo de Villazón (en realidad no se sabe donde empieza uno y donde termina el otro si no fuera por la jodida aduana).


Como es domingo y en la zona boliviana no hay cajeros y yo ando un poco "pelao", voy a sacar plata al cajero del Banco de Nación Argentina, porque adonde voy, Tupiza, tampoco hay ni banco ni cajero. Meto la tarjeta y cuando estoy a la mitad de la transacción ¡zas! se va la luz y el cajero se queda a oscuras. Después de diez o quince minutos vuelve la luz y el cajero se reinicia, pero de la tarjeta del Pepe... ni hablar del peluquin... que no me la devuelve y yo no estoy dispuesto a quedarme en este arenal de pueblo hasta el lunes para recuperarla.



Otro en mi lugar habría perdido los nervios, pero yo, un probo ex-bancario con la profesionalidad propia que dan tantos años de profesión, lógicamente he actuado en consecuencia: ¡me he puesto a darle patadas y manotazos al jodido cajero, conminándole a que me devolviera mi tarjeta!. La tarjeta no me la devolvió, pero la escandalera que he montado ha debido despertar al seguritas del banco que, raudo y con la mano en la empuñadura de la porra, me recrimina mi conducta desde detrás de los cristales del banco. Le cuento la historia, dramatizando un pelin: "..no tengo dinero en efectivo, es la única tarjeta que llevo, tengo pagado el hotel en Bolivia y no tengo plata para poderme alojar en La Quiaca, etc., etc... No me ha faltado mas que inventarme una enfermedad terminal... pero ¡ha colado! y, como al parecer, por aquí todavía dan a los directores casas encima de la sucursal, pues le ha ido a llamar y ha abierto el cajero y me han devuelto la tarjeta (no sin antes pedirme el pasaporte, hacerle fotocopias al igual que a la tarjeta y hacerme firmar un manojo de papeles y formularios sobre "devolución de tarjetas apresadas por el ATM".)



Bolivia "is diferent". Se nota que es el país mas pobre de América del Sur (que eso es ser doblemente pobre) y algo debe tener que ver con este hecho el que hayan tenido en un completo subdesarrollo a la gran mayoría de su población: pueblos indígenas quechuas y aymaras. Aún hoy esta situación se mantiene a pesar de la presidencia indigenista de Evo Morales y el impulso que se están dando a estas comunidades.



Es día de mercado, tanto en La Quiaca/Argentina como en Villazon/Bolivia y es un espectáculo ver la diversidad de cosas que se venden y se compran, aunque la mayoría son baratijas junto con la típica indumentaria de estos lares: ponchos y gorros de lana de llama, gorros de fieltro de una gran variedad: borsalinos, hongos, tipo chistera, etc., etc. (al parecer tienen algún significado e informan sobre quien los lleva de su estado social, etnia, estatus, etc., etc..). Junto con esto se ven montañas de chucherías de unos colores tan chillones e intensos (algunos parecen fosforescentes) que creo que deben ser tóxicos.



Mientras espero mi bus para Tupiza, me doy una vueltita por el pueblo y por sus diferentes mercadillos y tomo alguna foto a vuela-cámara de cosas que me llaman la atención y que, creo, que de alguna manera ilustran esa "diferencia" a la que aludía (llevo días sin poder colgar fotos por lo lentísimo que es aquí, pero claro, no se puede pretender ser un país pobre y tener lineas adsl o lo que sea super rápidas).



Otro espectáculo, pero este deprimente, es el "abordaje" (estilo pirata) del autobús por parte de docenas de personas con cientos de paquetes, bolsas, cestas, atillos, animales, sacos, botellas, etc., etc.. Es la hora del cierre de los mercadillos y la gente vuelve cargada, o bien con lo que ha comprado, o con lo que no han vendido y, casi con total seguridad, de ambas cosas. Como acuden de todos los puntos de los alrededores a los mercadillos es una marea humana intentando conseguir una plaza en el autobús (no un asiento que esos los venden numerados y solo para largas distancias) y un hueco en la bodega o el techo del bus para sus innumerables bultos (los que no les caben -que son docenas- los suben con ellos al bus y la que se arma es mediana).



Los del autobús venden billetes a todo el que se lo solicite, quepan o no, afortunadamente yo tenia billete de ventanilla (a los del pasillo los fríen con bultos, o se sientan en los reposa manos, etc., sin contar con los vaivenes que da en bus y que hace que muchos terminan cayendo sobre los que están sentados cerca), no obstante me he apiadado de una señora mayor a la que he pretendido ceder mi asiento, aunque no lo aceptó, pero en cambio me pide que le lleve en las rodillas varios cartones de huevos (cuatro o cinco pisos y atados con una cuerda como toda protección).



Por aquí también se llevan las carreteras "ripiadas" pero estas no tienen encanto apenas, solo polvo y tierra. El viaje se me ha hecho eterno con los huevos en las rodillas (sin risitas.. ehh) y el autobús dando botes y yo viendo como los huevos saltaban cada vez. ¡¡Que tres horitas!!.

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