En esta ciudad se dan, al menos, dos contrastes muy acusados. Por un lado es, sin duda, la mas "occidental" de las ciudades iranies por su diseño urbanístico con grandes avenidas y bulevares, lujosos hoteles (los hay a cientos), centros comerciales, etc., etc., y por otro, es la sede del mas sagrado lugar para los musulmanes chiitas de todo el mundo, no solo de Irán (al mismo nivel que la Meca). Aqui yace el octavo imán de la orden chiita duodecimana, el Imán Reza (que fue envenenado por un califa aquí, en Mashhad hace mas de mil doscientos años. Desde entonces su tumba es el lugar mas sagrado del pais para los chiitas y la de su hermana Fatima Ma´summah en Qom la segunda en veneración), cuyo enorme santuario (mas de medio millón de metros cuadrados) visitan anualmente millones de peregrinos y fieles.
Este atributo de "ciudad santa" hace que por aqui ya se empiecen a ver con cierta profusión, las diferentes vestimentas masculinas típicas de otros lugares y países del orbe musulmán (tipo afgano, saudí, paquistaní, etc.). Las de las mujeres no indican procedencia, solo religión y secta, con sus obligatorios chadores negros (sin ellos no pueden entrar al complejo) que no dejan translucir otra cosa que parte de su cara (por cierto aquí ya tienen bastante relevancia las que llevan "burka" y las que, simplemente, no se les ven ni los ojos porque llevan el velo, negro como la pez, que las cubre totalmente el rostro y, como muchas, llevan además guantes no es posible verlas un solo milímetro de piel). Este contraste se va, poco a poco, incrementando según te vas acercando al santuario (es como si en cuatro calles te hubieras mudado de ciudad -o de planeta- y pasarás de una urbe moderna, a otra medieval con miles de "mujeres de negro", cientos de clérigos, "mulhas", imanes, etc., con sus turbantes negros o blancos, sus enormes barbas y su típico atuendo).
La sensación de agobio que siento viéndolas amortajadas en esa especie de sudario se multiplica cuando ves a cientos de niñas, entre los 7 y los 10 añitos, vestidas comos sus madres de "mujeres de negro en miniatura". ¡¡Que penita!!.
Este atributo de "ciudad santa" hace que por aqui ya se empiecen a ver con cierta profusión, las diferentes vestimentas masculinas típicas de otros lugares y países del orbe musulmán (tipo afgano, saudí, paquistaní, etc.). Las de las mujeres no indican procedencia, solo religión y secta, con sus obligatorios chadores negros (sin ellos no pueden entrar al complejo) que no dejan translucir otra cosa que parte de su cara (por cierto aquí ya tienen bastante relevancia las que llevan "burka" y las que, simplemente, no se les ven ni los ojos porque llevan el velo, negro como la pez, que las cubre totalmente el rostro y, como muchas, llevan además guantes no es posible verlas un solo milímetro de piel). Este contraste se va, poco a poco, incrementando según te vas acercando al santuario (es como si en cuatro calles te hubieras mudado de ciudad -o de planeta- y pasarás de una urbe moderna, a otra medieval con miles de "mujeres de negro", cientos de clérigos, "mulhas", imanes, etc., con sus turbantes negros o blancos, sus enormes barbas y su típico atuendo).
La sensación de agobio que siento viéndolas amortajadas en esa especie de sudario se multiplica cuando ves a cientos de niñas, entre los 7 y los 10 añitos, vestidas comos sus madres de "mujeres de negro en miniatura". ¡¡Que penita!!.
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