AMMAN

Para hablar de la historia de Ammán hay que remontarse hasta nueve milenios antes de la Edad de Piedra. Fue uno de los asentamientos neolíticos más grandes (6.500 a.C) jamás descubiertos en Oriente Próximo. La colina de la Ciudadela alberga tumbas de la Edad del Bronce (del 3.300 al 1.200 a.C). 

A comienzos de la Edad del Hierro Ammán se había convertido en capital de los Amonitas, mencionados en la Biblia, y recibía el nombre de Rabbath-Ammon (al parecer el nombre estaba relacionado con el culto al dios egipcio Ammón -del que tomó el nombre-). Fue aquí donde el Rey David de Israel mató a Urías, el Hitita. En aquella época, una muralla de torres rodeaba la ciudad (hoy en día todavía pueden verse las mejor preservadas), pero no sirvieron de mucho contra el ataque del Rey David. Sus fuerzas derrotaron a los Amonitas y, aparte de un breve resurgimiento en los siglos IX y VIII a.C., la zona fue dominada por asirios, babilonios y persas durante cientos de años.

Hacia el siglo IV a.C., la ciudad ya había tomado el nombre de "Filadelfia" en honor a su gobernante ptolemaico, Tolomeo II Filadelfio. Este monarca fue uno de los primeros mecenas. Era muy generoso con los sabios y eruditos, reunió en su corte a hombres de gran talla intelectual como Teócrito de Siracusa (fundador de la poesía bucólica), Calimaco de Cirene (director de la Biblioteca de Alejandria), Euclides (famoso matemático fundador de la Escuela de Alejandria) y muchos otros. Durante su reinado se tradujo la Biblia hebraica (conocida como la versión de los Setenta).

En la actualidad es una ciudad bastante moderna, de una pulcritud mas propia de una ciudad nórdica que de Oriente Medio, con un trafico sorprendentemente ordenado (ver a cada coche por su carril parando ante los semáforos en rojo y sin la estridencia de los claxons es toda una novedad por estos lares) aunque, la verdad, no tiene gran cosa para visitar y, para colmo, es una ciudad bastante cara.

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