Rumanía está experimentando un cambio y un desarrollo impresionantes tras décadas (en algunos casos siglos) de paralización. Hasta hace relativamente poco esta antigua dictadura comunista se consideraba un destino dificil y peculiar, todo un reto indicado solo para la gente más curtida, aficionada a viajar por los antiguos países del Este (La guia Lonely Planet, en la antepenúltima edición de su guía en inglés, describía a Rumanía como “el Salvaje Oeste de la Europa de Este”.).
Las nuevas normativas derivadas de la adhesión a la U.E. han amenazado numerosos aspectos de la vida rumana de siempre, como la libre trashumancia de los rebaños de ganado vacuno y ovino, o la venta de queso sin pasteurizar al borde de la carretera (aunque por ahora ambas siguen tolerándose, así como el que se pueda fumar, aún, en los lugares públicos como bares y restaurantes, etc.).
Otros cambios han hecho peligrar los medios de vida de la considerable población rural, como la estricta normativa para el sacrificio de los animales de granja, económicamente inviable para muchos, el etiquetado de productos, etc..
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