LUMBINI Y EL BUDISMO

del 16 al 18.11.2011

A pesar de ser un lugar sagrado para muchísimos millones de personas de todo el mundo y de atraer a multitudes diariamente durante todo el año, por el ser lugar de nacimiento de Lord Buddha (el príncipe Siddharta Gautama que renunció a su estatus, fortuna, posesiones y privilegios para abrazar la vida ascética y encontrar la liberación del sufrimiento del ser humano) pues, aún así, Lumbini -que así se llama el lugar- no es mas que una pequeña aldea, un pueblecito pequeño sin luces en las calles en donde, fuera de los lugares de culto, no parece pasar nada relevante.


A primera hora de la mañana, desde la terraza de mi pensión, según escribo esto, veo a una familia arremolinada junto a sus cuatro bueyes. El hijo mayor ordenándolas, la mujer encendiendo un fuego usando como combustible una especie de tortas que hacen amasando paja y excrementos de vacas y bueyes y secan al sol y el padre echando paja al ganado.



En el patio de al lado dos mujeres se afanan en su diaria rutina. La madre lavando unos trapitos y la hija moliendo sobre una piedra plana y machacando con otra redonda lo que, supongo, son los ingredientes para el curry nuestro de cada día, de un color rojo intenso.



Los dos días que llevo aquí han sido, desde muy de mañana -sobre las cinco de la madrugada- muy divertidos. El primer día el muecín de la cercana mezquita me volvió a recordar que "Allah" es grande (aunque en un tono de salmodia suavecito) y, poco después ... LA INVASIÓN.



De repente, sobre las 5:30, y sin saber que leches pasaba, un estruendo, como de estampida, que iba creciendo en intensidad y cercanía, tomó los pasillos y habitaciones de la pensión llenándolos de toda la clase de griterío propio de un mercadillo dominical: niños llorando; mujeres gritando; hombres hablando y riendo en un tono altísimo e ¡intentando abrir la puerta de la habitación!. Salté de la cama como un resorte, abrí la puerta de un porrazo y me encontré ... ¡con un montón de peregrinos budistas indios tomando al asalto el lugar!. Mujeres con niños y fardos, hombres medio desnudos llevando cubos de agua y otros ¡totalmente en pelotas! bañándose en medio de los pasillos y terrazas de la pensión ... alucinante!.



Resulta que el de la pensión les había "cedido", por 150 rupias el derecho de ducharse, cambiarse de ropa, descansar un ratillo y desayunar (más 10 rupias extra por cada cubo de agua caliente). Venían de la India y habían estado toda la noche de vigilia haciendo sus rituales, orando y cantando y volvían a casa, no sin antes descansar un rato y ... ¡no dejarnos descansar al resto!.



Me contó el dueño de la pensión que solo estarían un par de horas y luego se irían, ¡pero que par de horas!.



Aparte del pueblecito, Lumbini se limita a un gigantesco recinto vallado con un inmenso jardín y bosque en donde se reúne el "Sancta Sanctórum" del budismo: lugar exacto en donde nació Buda; el estanque en donde su madre tomo un posterior baño al parto y en donde el príncipe Siddharta hizo su primera purificación; docenas de santuarios, pagodas, stupas, monasterios, etc., erigidos por aquellos países que tienen comunidades budistas importantes: Myanmar, Vietnam, Tailandia, Camboya, Laos, Sri Lanka, China, Japón, India e, incluso, una franco-alemana.



Perderse, sin prisas, por sus arbolados senderos, lagos y canales viendo, de repente, asomar por entre las copas de los árboles la aguja dorada de un templo u oír el jolgorio que están montando unos monitos saltando de rama en rama persiguiéndose por las copas ha sido una delicia. Para rematar la faena he visto la ordenación de mas de 1.200 monjes, todos ellos vestiditos de naranja y azafrán, con sus gorritos,etc.



Muy, muy interesante.    

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