SOBRE DIOSES Y HOMBRES

Una de las cosas que mas impactan en este inmenso país que es INDIA es sin duda la profusión y diversidad de sus gentes: culturas, colores, etnias, grupos tribales, castas, indumentarias y, sobre todo, su diversidad religiosa (origen de infinidad de graves conflictos entre los diferentes grupos cuya mayor expresión podría ser el conflicto entre India y Pakistán -dos potencias nucleares- que son dos pueblos que convivieron unidos hasta hace medio siglo y que ahora se disputan unas fronteras artificialmente trazadas por los ingleses que las separaron por motivos religiosos: hindúes a un lado -la actual India- y musulmanes a otro -parte en Pakistán y el resto en Bangla Desh-).

La actividad religiosa, o su expresión mas genuina, la devoción y practica de sus fieles en toda la India es exacerbada, no solo por la intensidad con que la viven (señales de respeto por parte de los hindúes ante cada altarcito que ven -son miles los que hay en las calles- y los 5 rezos diarios de los musulmanes -que visten, viven, comen, etc., como ordena su clan, secta, imán, fatua, sura del Corán, etc.), sino por que todo queda impregnado de la misma.

La profusión de libros sagrados, vedas, sectas, dioses, semidioses, seres mitológicos, santos, santones, sadhus, gurus, etc, es de tal calibre que hace necesario que cada persona se busque un guia que le oriente y le descifre esa maraña de panteones sagrados, ritos iniciaticos, ofrendas, oraciones, mantram, etc.

Otra secta que me ha parecido muy interesante es la de los Jainies. Creen en lo sagrado de toda clase de vida, motivo por el cual son estrictamente  veganos, no comiendo o bebiendo nada de origen animal (algunos incluso llevan a tal extremo esa practica que llevan la boca tapada para evitar tragarse algún insecto por accidente). Aunque hay algo que vi en uno de sus templos que no me gusto tanto. En el templo de Jaisalmer (una autentica maravilla) había un cartel prohibiendo a las mujeres que tuvieran el periodo entrar en el templo para "no profanar este santo lugar"... sin comentarios.

Eso por parte de los hindúes pues, como es bien sabido, los musulmanes solo adoran a un único Dios ... Allah, al que nunca representan o reproducen -aunque también tienen su pequeño galimatías de sectas, grupos, etnias, etc-..

Las mezquitas me han sorprendido gratamente y asustado a la par. Sorprendido al comprobar como los musulmanes hacen de ellas lugares, no solo de culto y oración, sino de convivencia. Fuera de los numerosos rezos diarios -cinco- los patios y salas de las mezquitas sirven para dormir, comer, charlar, pasear, jugar los niños (y, por supuesto, adoctrinar a los peques en las escuelas coránicas llamadas "madrasas" ... eso es lo que me asusta). Pero sobre todo, creo yo, les sirven como remanso de paz y tranquilidad dentro de unas ciudades caóticas, ruidosas, polvorientas, sucias y enloquecidas, con una incesante actividad que parece no parar nunca, mientras entre sus muros ellos se reconocen, se reafirman y pueden aislarse del mundanal ruido.

Varias veces me he preguntado cuando descansan, pues al amanecer ya se oye el creciente murmullo de sus mercados y bazares y cuando te  acuestas ese mismo rumor sordo te sirve para arrullarte en el sueño.

Para los hindúes cualquier lugar les es propicio para hacer un altar -no requieren de autoridad religiosa alguna para santificar un lugar,cualquier lugar: un árbol; un cuartito con puerta a la calle; un simple cubículo adosado a cualquier pared o en cualquier esquina. No importa el lugar (algunos altares están en medio de auténticos basureros), lo que les importa es el uso y ellos, cuando pasan ante alguno, juntan las manos en actitud de plegaria, los adornan con flores naranjas y amarillas, les queman incienso, les ofrendas frutas, cereales, los limpian regularmente, etc.).

Pero lo cortés no quita lo valiente y junto con esos micro-templos personales (en donde se adora una simple imagen -a veces es como un cromo o una calcomanía- o un simple muñeco al que han vestido con ropas características de la secta a la que pertenecen) hay otros grandiosos de una monumentalidad impresionante, como en el que, ahora mismo, estoy tomando estas notas: el templo hindú de Jagdish en Udaipur, que es como una enorme montaña de mármol blanco maravillosa y profusamente tallada (no queda ni un solo centímetro de piedra sin tallar -me recuerdan mucho a los templos aztecas de México y Guatemala en lo del "temor al vació" de su decoración-).

Estoy presenciando una ceremonia con cánticos,  música y diversas ofrendas (que son mutuas), pues  mientras los oferentes llevan las suyas al altar, a su vez, reciben del custodio de la imagen una especie de agua de rosas que les vierten en la mano y que ellos beben parte y parte se la echan en la cabeza, luego les dan una especie de amasijo que comen con devoción -me recuerda lo de la "hostia"- que es todo un espectáculo.

Antes de esto presencié una especie de sermón de, supongo, uno de sus sacerdotes (seguramente no se llamen así) a una congregación, mayoritariamente, de mujeres en donde el efecto visual de esa masa de mujeres vestidas con sus saris de increíbles y maravillosos colores, es difícilmente superable en cromatismo y vistosidad.

Este tipo de manifestaciones profundas de religiosidad asociadas a un espíritu festivo, en un ambiente tan colorista y vital me reconfortan ... ¡¡que lejos de aquellas que vivimos algunos de eternos lutos, llanto y crujir de dientes, culpas, pecados originales que había que purgar a base de sufrimiento y penitencia en este "valle de lágrimas", delante de un imagen brutalmente torturada, clavada en una cruz y llena de sangre y espinas!! 
    
Lo dicho ... una gozada.


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