25.10.2011:
Ajmer es una ciudad que esta a tan solo 10 kms de Pushkar. Pero, a pesar de esa proximidad, casi nadie va allí de visita. Salvo que se sea musulmán y/o sufí, en cuyo caso es cita obligada, pues allí yace uno de los fundadores de ese movimiento. Los peregrinos se cuentan por millones al año. Hoy, habida cuenta de las vacaciones de la mayoría de la gente por las fiestas del Diwali, en la calle principal que conduce a la tumba de Muine-Uddein Christhie (que así es como se llamaba el santo) no cabe ni un alfiler. ¡Está a reventar!.
La verdad es que recorrer el tramo, bastante largo por cierto, que media entre la puerta amurallada que da entrada al bazar, hasta la mezquita en donde esta enterrado, es una experiencia impactante (y decir eso en la India, en donde todo sorprende e impacta, no es moco de pavo).
Las calles del bazar están completamente congestionadas y pululando entre aquel enorme gentío se descubre el mayor espectáculo de miseria que imaginar se puede: una ingente colección de mendigos y tullidos (con el mayor muestrario de deformidades y amputaciones de todo tipo que pueda estudiarse en una facultad de medicina: brazos, piernas, manos, muñones purulentos, ulceras llenas de pus, heridas infectadas ...) ¡algo dantesco!. Se van arrastrando por las calles empujando como pueden -algunos no tienen ni siquiera extremidad alguna con que hacerlo- una pequeña olla a modo de recipiente para las limosnas mientras van salmodiando, reiteradamente, el nombre de Allah. Los que no pueden andar -que son la mayoría- se van desplazando de las formas mas inverosímiles: reptando, girando sobre su propio eje, montados sobre plataformas con ruedecitas de rodamiento, etc.. Es algo que pone los pelos de punta y te deja el alma mas arrugada que una pasa. Aun sabiendo lo que se cuece por estos lares, de verdad ese "espectáculo" me sobrepasó.
Gracias a Allah (hay que adaptarse al lugar donde se esta) la visita a la mezquita te quita algo del mal sabor de boca previo. Allí todo es paz -a pesar de la muchedumbre y del ajetreo- la gente reza sus "suras", hace sus abluciones, se relacionan, pasean, etc. es un lugar no solo para rezar y adorar a su dios, sino para convivir.
La cosa cambia cuando intentas visitar el cenotafio del santo, pues es tal la devoción (curiosamente tanto de hindúes como de musulmanes, que ambos tienen por santo al santo) que quedas literalmente emparedado entre la multitud que quiere acceder al recinto y que te va llevando el volandas, casi sin tocar el suelo, hasta dar la vuelta al sepulcro y poder salir a recuperar el resuello.
¡¡Chocante e Interesantisima visita a Ajmer!!.
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