PUDUCHERRY - PONDICHERRY

06-01-2012

Hoy he viajado de día en vez de lo habitual de hacerlo de noche (ahora, en el sur de India, las distancias son mucho mas cortas y no merece la pena viajar de noche para llegar a las 3:00 de la madrugada o salir a las 12 de la noche) y he vuelto a recordar aquellos maravillosos viajes en bus por la cordillera de los Andes que me tenían, por horas, pegado al cristal de la ventanilla, como hipnotizado.

He optado por un autobús local en vez de los clásicos Volvo A/C más cómodos para largas distancias y/o viajes nocturnos.

El recorrido desde Chennai (la antigua Madras) hasta la antigua ciudad colonial francesa de Pondicherry (o Puducherry o Pondy que de las tres maneras la llaman) es de tan solo 150 kms. y el bus ha tardado cuatro horas largas que han sido de puro deleite (salvo la primera hora que es lo que ha tardado el bus en salir de esta monstruosa ciudad).

El sur de la India es increíblemente bello. Lo había comprobado ya desde Goa hasta Cochin en la costa del mar Arábigo. Ahora en la otra costa, la del oeste del Golfo de Bengala, esa impresión se mantiene y la belleza paisajística que le prestan estos enormes arboles, los millones de cocoteros y palmeras, los abundantes lagos, canales (backwaters), brazos de mar, lagunas, etc., se ven incrementada por aquí con un paisaje humano y rural de lo mas auténtico (esta zona no es tan turística y si mas agrícola, la llaman "el cuenco de arroz de India").

El bus que he tomado no es de los express, sino más bien una especie de bus-correo que va parando, para subir o bajar, a petición del usuario y que, además, pasa por un montón de pueblitos y aldeas. Las carreteras, salvo algunos tramos, están llenas de baches, son estrechas y están llenas de animales: búfalos, vacas, cabras van por la carretera a sus anchas acostumbradas como están a los pitidos, no les hacen el menos caso y no se mueven hasta que casi las arrollan.

Una gran parte del camino discurre entre plantaciones de arroz. Cada parcela esta inundada y las plantas de arroz ya creciditas. El contraste entre el verde profundo de las plantas, el intensísimo azul del cielo, el blanco impoluto de las nubes y la luz reflejándose como cientos de cristalitos en los anegados arrozales, unidos a un fondo de cocoteros recortados contra el horizonte componen un escenario alucinantemente bonito.

Para amenizar el viaje, de vez en cuando, se cruzan en la carretera un rebaño de búfalos o vacas (al estar los laterales de la carretera plantados de arroz no pueden ir campo a través y tienen que compartir carretera con nosotros). En el autobús no dejan de subir y bajar campesinos con sus falditas (lungis) cargados de fardos y sacos, algún racimo de cocos, etc.. No dejan de mirarme y yo creo que despierto en ellos tanta curiosidad, o más, que ellos en mi. Me miran ... los miro ... nos sonreímos. Cada vez que saco la cámara y hago una foto ¡se la tengo que enseñar a los vecinos de asiento que la comentan jocosos! (supongo que diciendo algo así como "... mira el giri le ha sacao una foto al búfalo ... jajaja").

El contrapunto desagradable ha sido al acercarnos a la costa y ver como el huracán que la semana pasada azoto estas costas de Tamil Nadu (causando la muerte de 37 personas) había arrancado de cuajo centenares de cocoteros (enormes de altos) y roto, como si fueran palillos, árboles enormes con troncos de mas de dos metros de diámetro.

En la ciudad igual: parques centenarios reducidos a escombros, casitas de hoja palma trenzada y cuatro palos vueltas al revés como si fueran paraguas en un día de viento, árboles y palmeras sobre los tejados de las casas, la ciudad aun sin alumbrado publico en las calles, montones de ramas amontonadas en espera de ser retiradas, calles llenas de barro, etc., etc..

Y eso que, a pesar del tiempo transcurrido, no se habían recuperado del todo del tremendo Tsunami del 2004 que desoló la mitad del sudeste asiático, principalmente Tailandia (la zona de Banda Aceh).

¡La Naturaleza en sus dos manifestaciones ... la que crea belleza sin par ... y la que la destruye!. 

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