Por razones evidentes de claridad y estilo (pero con las que coincido por todo lo que yo llevo visto y pensado de China) reproduzco, en negrita y cursiva, fragmentos de un artículo periodístico visto en Internet (otras partes de este texto -las que no vayan en negrita- son de mi propia cosecha para complementar lo que pienso sobre el tema):
Durante la mayor parte de los últimos 30 años, a los dirigentes chinos les quitaba el sueño la pobreza de su país. Sin embargo, ahora que se aproxima la transición de poder que se lleva a cabo cada 10 años y que se producirá este otoño, lo que está provocando insomnio no es la pobreza, sino la opulencia de China.
En 1979, Deng Xiaoping declaró que el objetivo de la modernización de China era crear una sociedad "xiaokang" (moderadamente acomodada), cuyos ciudadanos estuvieran lo bastante desahogados como para poder mirar más allá de la lucha diaria por la subsistencia.
Tras la experiencia de la plaza de Tiananmen en 1989, las autoridades chinas son muy conscientes de que los disturbios sociales y las revoluciones tienen más probabilidades de surgir como consecuencia de las ambiciones frustradas de quienes aspiran a más que por las quejas de los más pobres.
Lamentablemente esto suele ser así en casi todos los sitios: tiene mayor fuerza la ambición personal de los que ya poseen bastante que el bien y prosperidad colectivo (craso error pues no hay un "sálvese quien pueda" si no nos salvamos todos, o la gran mayoría, a la vez).
Ya lo dijo el economista J. K. Galbraith (tambien citado en este artículo) que en su día -1956- afirmó que "la obsesión por el volumen de bienes que se producían y su acumulación iba a tener que dejar paso a una pregunta más amplia: la calidad de vida que hacía posible mantener un sistema semejante" (profético que fue el tío).
China ha pasado de ser uno de los países más igualitarios del mundo (del ir todos uniformados en una especie de masa informe de chaquetas tipo Mao y tener por toda comida diaria un tazón de arroz comunal y moverse en millones de bicicletas como único medio de transporte) a tener una enorme brecha asimétrica entre ricos y pobres mayor aún que la que se da en los Estados Unidos (quintaesencia del capitalismo).
"En primer lugar, las autoridades llevan una generación obsesionadas por el crecimiento económico, a expensas de todo lo demás".
"Segundo, las desigualdades se han disparado desde que la China socialista destruyó el “cuenco de arroz de hierro” de la protección social".
"Tercero, una explosión de un consumo privado de lo más llamativo (y compulsivo añadiría yo) se ha producido a costa de la no inversión en bienes públicos como las pensiones, una sanidad asequible y una enseñanza pública".
Como comentario al punto anterior y por curioso que parezca, estas rubricas del "bienestar social" en China no están desarrolladas y no hay pensiones ni jubilación, la educación media y superior es de pago y la gente tiene que pagar por todo: desde utilizar un baño público (en algunas ciudades) a entrar en un monumento o un museo -¡y a unos precios que, incluso, para un occidental son carísimos!-.
"Y cuarto, el gasto en un desarrollo excesivo y en proyectos hechos para aparentar ha crecido, en detrimento de las necesarias inversiones en bienestar social" (otra vez las obras "faraónicas" de los dictadores para perpetuar su memoria).
"Las exportaciones baratas de China han sido posibles gracias a la enorme reserva de mano de obra inmigrante, garantizada por el sistema de "hokou", que ata a los campesinos a la tierra y les despoja de todos los derechos sociales si se marchan en busca de trabajo (son considerados como "inmigrantes" y carecen de la mayoría de derechos sociales en el sitio a donde emigran dentro de la propia China ...¡¡alucinante!!).
"El resultado es que algún núcleo urbano como Guangzhou (la antigua Cantón) se parece hoy a Arabia Saudí: tiene un PIB per capita equivalente al de un país de rentas medias, pero los especialistas calculan que solo son habitantes oficiales, a los que se les computa ese PIB, tres millones de los 15 que trabajan a diario en la ciudad" (los otros 12 millones son "hokou" o "ilegales" dentro de su propio país sin tener derecho a vivienda, educación ni sanidad, y viven con salarios de subsistencia ... ¡¡otra vez manda huevos!!)"
"La falta de protección para la mayoría de los trabajadores consolida el otro pilar sobre el que se sostiene el crecimiento de China: el capital barato para las inversiones en infraestructuras. Si el Estado no garantiza las pensiones, la sanidad ni la educación, los ciudadanos ahorran casi la mitad de sus ingresos como salvaguarda contra desgracias personales".
"Pero los bancos de propiedad estatal les ofrecen unos tipos de interés muy bajos, artificiales, y eso hace que haya enormes cantidades de capital barato a disposición de los empresarios para que hagan inversiones especulativas, que han inflado el PIB y han llenado el paisaje chino de monstruosos proyectos inútiles como edificios municipales palaciegos, fábricas paralizadas y hoteles vacíos" (¡¡ojito al día que estalle en China su enorme "bulbuja inmobilialia" .. versión china de la nuestra pero de unas dimensiones inauditas, con millones de viviendas carísimas y vacías!!).
"El número de “incidentes de masas” registrados por el Gobierno (cualquier manifestación violenta en la que participen más de 500 personas) pasó de 8.700 en 1993 380.000 en 2011, según varios estudios oficiales". (y demasiados pocos son para expresar el enorme descontento de ingentes masas de millones y millones de chinos)
"En los últimos años existe un debate en China sobre cómo escapar de la trampa de su opulencia. Por un lado, en la nueva izquierda, muchos piden que se recurra a métodos para estimular la demanda interior con el fin de eliminar las causas del malestar social. Las primeras cosas que proponen son aumentar los salarios, acabar con los subsidios artificiales a las exportaciones, proporcionar acceso a los servicios sociales, reformar el sistema de hukou y poner fin a la “represión financiera” de unos tipos de interés artificialmente bajos".
Si los dirigentes chinos post-Mao tuvieron que lidiar con los problemas de la pobreza y trataban, tan solo, de poder dar de comer diariamente a millones de chinos, la nueva generación de líderes chinos que parece estarse "horneando" tendrá que intentar solucionar la dicotomía y la trampa de un mercado que produce –otra vez en palabras de Galbraith— opulencia privada y miseria pública.
El ansia de riqueza de las nuevas generaciones urbanas chinas -capitaneados por las élites dirigentes comunistas que son tremendamente corruptas y acaparadores de una riqueza descomunal- ha creado una economía de burbuja y especulativa que ha dejado a millones de personas en la pobreza (y en China hablar de millones de personas es hablar de muchiiiiiisimos millones).
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Durante la mayor parte de los últimos 30 años, a los dirigentes chinos les quitaba el sueño la pobreza de su país. Sin embargo, ahora que se aproxima la transición de poder que se lleva a cabo cada 10 años y que se producirá este otoño, lo que está provocando insomnio no es la pobreza, sino la opulencia de China.
En 1979, Deng Xiaoping declaró que el objetivo de la modernización de China era crear una sociedad "xiaokang" (moderadamente acomodada), cuyos ciudadanos estuvieran lo bastante desahogados como para poder mirar más allá de la lucha diaria por la subsistencia.
Tras la experiencia de la plaza de Tiananmen en 1989, las autoridades chinas son muy conscientes de que los disturbios sociales y las revoluciones tienen más probabilidades de surgir como consecuencia de las ambiciones frustradas de quienes aspiran a más que por las quejas de los más pobres.
Lamentablemente esto suele ser así en casi todos los sitios: tiene mayor fuerza la ambición personal de los que ya poseen bastante que el bien y prosperidad colectivo (craso error pues no hay un "sálvese quien pueda" si no nos salvamos todos, o la gran mayoría, a la vez).
Ya lo dijo el economista J. K. Galbraith (tambien citado en este artículo) que en su día -1956- afirmó que "la obsesión por el volumen de bienes que se producían y su acumulación iba a tener que dejar paso a una pregunta más amplia: la calidad de vida que hacía posible mantener un sistema semejante" (profético que fue el tío).
China ha pasado de ser uno de los países más igualitarios del mundo (del ir todos uniformados en una especie de masa informe de chaquetas tipo Mao y tener por toda comida diaria un tazón de arroz comunal y moverse en millones de bicicletas como único medio de transporte) a tener una enorme brecha asimétrica entre ricos y pobres mayor aún que la que se da en los Estados Unidos (quintaesencia del capitalismo).
"En primer lugar, las autoridades llevan una generación obsesionadas por el crecimiento económico, a expensas de todo lo demás".
"Segundo, las desigualdades se han disparado desde que la China socialista destruyó el “cuenco de arroz de hierro” de la protección social".
"Tercero, una explosión de un consumo privado de lo más llamativo (y compulsivo añadiría yo) se ha producido a costa de la no inversión en bienes públicos como las pensiones, una sanidad asequible y una enseñanza pública".
Como comentario al punto anterior y por curioso que parezca, estas rubricas del "bienestar social" en China no están desarrolladas y no hay pensiones ni jubilación, la educación media y superior es de pago y la gente tiene que pagar por todo: desde utilizar un baño público (en algunas ciudades) a entrar en un monumento o un museo -¡y a unos precios que, incluso, para un occidental son carísimos!-.
"Y cuarto, el gasto en un desarrollo excesivo y en proyectos hechos para aparentar ha crecido, en detrimento de las necesarias inversiones en bienestar social" (otra vez las obras "faraónicas" de los dictadores para perpetuar su memoria).
"Las exportaciones baratas de China han sido posibles gracias a la enorme reserva de mano de obra inmigrante, garantizada por el sistema de "hokou", que ata a los campesinos a la tierra y les despoja de todos los derechos sociales si se marchan en busca de trabajo (son considerados como "inmigrantes" y carecen de la mayoría de derechos sociales en el sitio a donde emigran dentro de la propia China ...¡¡alucinante!!).
"El resultado es que algún núcleo urbano como Guangzhou (la antigua Cantón) se parece hoy a Arabia Saudí: tiene un PIB per capita equivalente al de un país de rentas medias, pero los especialistas calculan que solo son habitantes oficiales, a los que se les computa ese PIB, tres millones de los 15 que trabajan a diario en la ciudad" (los otros 12 millones son "hokou" o "ilegales" dentro de su propio país sin tener derecho a vivienda, educación ni sanidad, y viven con salarios de subsistencia ... ¡¡otra vez manda huevos!!)"
"La falta de protección para la mayoría de los trabajadores consolida el otro pilar sobre el que se sostiene el crecimiento de China: el capital barato para las inversiones en infraestructuras. Si el Estado no garantiza las pensiones, la sanidad ni la educación, los ciudadanos ahorran casi la mitad de sus ingresos como salvaguarda contra desgracias personales".
"Pero los bancos de propiedad estatal les ofrecen unos tipos de interés muy bajos, artificiales, y eso hace que haya enormes cantidades de capital barato a disposición de los empresarios para que hagan inversiones especulativas, que han inflado el PIB y han llenado el paisaje chino de monstruosos proyectos inútiles como edificios municipales palaciegos, fábricas paralizadas y hoteles vacíos" (¡¡ojito al día que estalle en China su enorme "bulbuja inmobilialia" .. versión china de la nuestra pero de unas dimensiones inauditas, con millones de viviendas carísimas y vacías!!).
"El número de “incidentes de masas” registrados por el Gobierno (cualquier manifestación violenta en la que participen más de 500 personas) pasó de 8.700 en 1993 380.000 en 2011, según varios estudios oficiales". (y demasiados pocos son para expresar el enorme descontento de ingentes masas de millones y millones de chinos)
"En los últimos años existe un debate en China sobre cómo escapar de la trampa de su opulencia. Por un lado, en la nueva izquierda, muchos piden que se recurra a métodos para estimular la demanda interior con el fin de eliminar las causas del malestar social. Las primeras cosas que proponen son aumentar los salarios, acabar con los subsidios artificiales a las exportaciones, proporcionar acceso a los servicios sociales, reformar el sistema de hukou y poner fin a la “represión financiera” de unos tipos de interés artificialmente bajos".
Si los dirigentes chinos post-Mao tuvieron que lidiar con los problemas de la pobreza y trataban, tan solo, de poder dar de comer diariamente a millones de chinos, la nueva generación de líderes chinos que parece estarse "horneando" tendrá que intentar solucionar la dicotomía y la trampa de un mercado que produce –otra vez en palabras de Galbraith— opulencia privada y miseria pública.
El ansia de riqueza de las nuevas generaciones urbanas chinas -capitaneados por las élites dirigentes comunistas que son tremendamente corruptas y acaparadores de una riqueza descomunal- ha creado una economía de burbuja y especulativa que ha dejado a millones de personas en la pobreza (y en China hablar de millones de personas es hablar de muchiiiiiisimos millones).
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