EL CAMINO LEBANIEGO

del 21 al 24.04.2014


CAMINO LEBANIEGO
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Como introducción a estas entradas sobre el Camino Lebaniego creo conveniente hacer un breve comentario sobre el mismo dado que no suele ser muy conocido (incluso entre los peregrinos con los que he hablado del mismo).

El monasterio de Santo Toribio de Liebana esta situado en el corazón de los picos de Europa, en el municipio de Camaleño, Cantabria, aproximadamente a 2 km de la localidad de Potes. Fue fundado en el siglo VI y posteriormente, se cree que durante el siglo VIII se trasladaron hasta el los restos del obispo Toribio de Astorga y las reliquias del Lignum Crucis. Desde ese momento el monasterio comienza a ser un lugar de peregrinación con entidad propia.

En el monasterio de Santo Toribio de Liébana se encuentra la reliquia del Lignum Crucis, el fragmento de mayor tamaño que se conserva de la Cruz de Jesucristo. El monasterio fue fundado sobre el monte Viorna en el siglo VI, aunque la actual iglesia corresponde al Siglo XIII (esta considerado como el monasterio mas antiguo de España donde el culto se ha mantenido ininterrumpídamente). En este lugar, en el siglo VIII, vivió y escribió su obra el Beato de Liébana, autor de los "Comentarios al Apocalipsis", importante muestra del pensamiento medieval, y una auténtica joya artística por sus ilustraciones policromas. Santo Toribio es, junto con Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela, uno de los cuatro lugares santos de peregrinación cristiana gracias a la bula que, en 1512, el Papa Julio II le otorgo estableciendo que el día de Santo Toribio que cayese en domingo fuese declarado Año Santo.

En base a esta ancestral tradición y merced a la bula papal otorgada por Julio II en 1512, se vino a ratificar una práctica de siglos, concediéndosele a este Monasterio la categoría de lugar santo de peregrinación. En adelante, los años en que la festividad de Santo Toribio (16 de abril) coincida en Domingo, serán considerados por la Iglesia como Año Santo, ofreciendo indulgencia plenaria a cuantos hasta aquí peregrinen, ganando así el jubileo y obteniendo el perdón a las faltas cometidas".

Actualmente el camino Lebaniego puede hacerse de manera independiente o como un desvió en la peregrinación a Santiago de Compostela, pudiendo en este segundo caso regresar al camino del norte desandando lo andado (que es lo que yo he hecho), o enlazar con el camino francés en Mansilla de las Mulas.


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SAN VICENTE DE LA BARQUERA -  CICERA:
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A pesar del mal comienzo de la etapa (por seguir el consejo del hospitalero he tenido que hacer algunos quilometros de más) ésta ha sido, din duda, la mejor etapa de cuantas he hecho a lo largo de todos los Caminos en todas las épocas.

El Lebaniego es, creo yo, el más bonito, agreste, solitario y auténtico de los Caminos (a penas lo conoce nadie y eso -que es un handicap para temas de infraestructuras- es una bendición para el caminante que ha de afrontar los retos que le surjan en absoluta soledad).

Aunque en realidad el Camino Lebaniego empieza en Santander, lo cierto es que al compartir varias etapas con el del Norte, hasta San Vicente de la Barquera, se suele iniciar en Hortigal. En este punto los caminantes pasan de ser "peregrinos" (denominación propia de los que hacen el de Santiago) a "crucenos", denominación que recibimos los que nos aventuramos a ir hasta Santo Toribio. Esto obedece a que en Santo Toribio se venera el "Lignum Crucis" ... de ahí lo de "cruceno".

Nada mas desviarte del del Norte el paisaje se torna eminentemente rural y rústico con pequeñas aldeas de apenas unas docenas de casas, innumerables prados (que por aqui llaman "brañas") en donde pacen plácidamente todo tipo de ganado: vacas de diferentes razas y colores, gran cantidad de caballos tipo percherón, ovejas, cabras y, supongo, que en las cuadras de las casas los correspondientes cerdos, gallinas, etc..

Al ser zona de Picos de Europa lo que predomina -como omnipresente fondo- son las montañas, en su mayoría aún nevadas en sus picos y crestas mas elevadas. Otra cosa que llama poderosamente la atención son las masas forestales que aquí -al contrario que en la mayoría de las zonas por las que he pasado- son de plantas, árboles fundamentalmente, autóctonas: robles, castaños, alerces, nogales, álamos y chopos en las orillas de los ríos y regatos (en vez del sempiterno eucalipto o pino maderero de los que están tan profusamente repoblados los bosques y masas forestales de la cornisa cantábrica).

Los pastizales y praderías son de un verde tan intenso y tan uniforme que asemeja que los han tapizado o que son gigantescos campos de golf -sin hoyos ni golfistas- de perfectos perfiles. La única nota discordantes -para mi- son las pronunciadas y largas cuestas que lo jalonan.

A mitad de camino, en Cades, como por 9 euros como un cura: unas alubias rojas que estaban de muerte, cordero al horno y, de postre, flan casero con nata (con leche de vacas alimentadas con estos pastos y huevos de corral), todo ello servido con excesiva generosidad (por poco exploto) y regado por un vino tempranillo que entraba bastante bien.

La etapa es bastante larga, 36 kms, con una orografía complicada (grandes desniveles en pocos quilometros) que se hace corta por lo absorto que vas mirando el bellísimo paisaje. Eso si, la soledad es absoluta pues no ves alma viviente durante un montón de quilometros. En 26 kms solo he visto pasar dos coches, el del panadero que va de casa en casa (dado que no hay tiendas) dejando el pan nuestro de cada día y el camión de la leche que, supongo, ira recogiendo la leche de las granjas.

He llegado a Cicera muy muy cansado y muy tarde -las últimas tres horas no ha dejado de diluviar- pero muy muy satisfecho.

El albergue esta francamente bien (es el dispensario médico) aunque en el pueblo no hay
tienda en donde comprar algo y el único bar que hay no esta abierto. Estoy solo en él, así que me preparo unos macarrones con chorizo que me han sabido a gloria. He hecho un poco de tai-chi, he escuchado algo de música y ... a sobar.

Si mañana no llueve y no hay mucha niebla en el collado Arceón (en donde hace 7 años me perdí en la niebla y me costó dios y ayuda salir del monte y encontrar la senda) repetiré la hazaña . Ya veremos.


CICERA  -  POTES/STO. TORIBIO:
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Hoy he dormido como un niño en el albergue de Cicera. A la mañana, en vez de seguir el Camino oficial (algo que hice hace años subiendo el collado Arceón con una niebla espesísima de la que tengo aciaga memoria) tomé una senda alternativa que me aconsejó el hospitalero que corre paralela a un río que discurre entre una profundísima garganta y que es una auténtica pasada. Tiene un fuerte desnivel pero siempre cuesta abajo.

El recorrido está jalonado por enormes y centenarios árboles que crecen a la orilla de la garganta por la que discurre el río. Al ser tan accidentado el terreno el río se precipita continuamente en pequeños saltos y cascadas. Como ha llovido bastante por aquí estos días y el deshielo de los Picos está en plena actividad, el caudal del río es tremendo y el ruido que produce en como una música de fondo que te acompaña todo el camino.

Hay que ir con cuidado porque las piedras del camino están húmedas por la niebla y con verdín por la continua humedad y resbalan mucho. Al final de la senda desembocas en pleno desfiladero de La Hermida en donde hay que ir con muchísimo cuidado por la falta de arcén y por lo estrechísimo de la carretera que obliga a los camiones y autobuses que se cruzan a cederse el paso. Menos mal que en Lebeña se vuelve a la senda rural.


POTES / SANTO TORIBIO:
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Potes es el corazón de los Picos de Europa y un magnifico mirador de los mismos. Desde el santuario del monasterio de Santo Toribio y, mas concretamente, desde el mirador de San Miguel la vista no puede ser mas espectacular. Se divisa todo el frontal de la cordillera con sus varios circos glaciares aún cubiertos de nieve y las agujas de sus crestas jugando al escondite con las nubes, apareciendo y desapareciendo entre ellas.

Al finalizar la tarde se levanta un viento frío y las nubes van, poco a poco, desapareciendo dejando ver, en todo su esplendor, el magnifico panorama. Tanto si miras hacia los Picos como si lo haces hacia el valle de Potes las vistas te dejan absorto por su serena majestuosidad. Unas, los Picos, obra de la Naturaleza en su virginidad absoluta y otra domesticada por la mano del hombre durante siglos creando reductos en donde, con gran esfuerzo, han ido arrancándole a la tierra el diario sustento y creando su hogar en un lugar -aparentemente idílico- en donde vivir.

¡¡Maravilloso Camino el Lebaniego que he disfrutado de una manera muy intensa!!.


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