25.04.2009:
Hoy ha sido un dia pleno. Pleno de experiencias, de visitas, de emociones, de adrenalina. El dia empezo temprano: a las 3:30 de la madrugada para salir a las 4:00 hacia los "geyseres del Tátio" al objeto de llegar antes del amanecer que es cuando se aprecian en toda su grandeza. Llegamos temprano, poco antes de amanecer y al bajar del autobus (desde donde no se ve nada del exterior, entre la oscuridad y los cristales empañados por el vaho que produce la diferencia de temperatura) por poco me caigo de culo al suelo: entre lo sorprendente del espectaculo, el "soroche" (mal de altura pues estamos a mas de 4500 msnm) y una temperatura glacial de -13º C.
El escenario es alucinante: un valle rodeado de colinas preciosas y, en medio, centenares de chimeneas humeantes arrojando fumarolas de distintas alturas e intensidades y, de cuando en cuando, varias de esas oquedades se llenan de agua hirviendo y al llegar a un cierto punto ¡expulsan el agua formando geyseres de varios metros de altura!. El agua sale vaporizada y, al contacto con el aire frio, se precipita en forma de lluvia finisima. En las cercanias de los geyseres el agua esta hirviendo, pero segun se van alejando de la boca del pozo, en apenas un par de metros, se empiezan a congelar (al amanecer, sobre las 6:30 la temperatura alcanza los -15º c.). En apenas tres metros ves todos los estados posibles del agua: gaseosa, liquida y solida.
Con la emocion y la toma de fotos apenas advierto que tengo el cuerpo como un tempano de hielo, en especial las manos (no atino a meter la camara en su funda, las manos no me responden) y la nariz, que me esta goteando continuamente y temo que esas gotas se conviertan en chuzos congelados sobre mi napia. Pero la solucion parece estar a mis pies: busco una fumarola sin agua y me doy una ducha de vapor calentito, pero al intentar retomar la visita, el remedio es peor que la enfermedad: el frio ahora es casi doloroso, asi que me refugio en el autobus hasta que la sangre vuelve a aflorar a mis mejillas. Al cabo de una hora, y con el sol pegando ya fuerte, los geyseres pequeños empiezan como a difuminarse debido a que, al ser vapor de agua, se visualizan mejor al amanecer por la diferencia de temperatura entre la exterior y a la que sale el vapor (es como cuando hace frio y, al exhalar por la boca, sale un chorro de vaho y cuando hace calor no). Hay cuatro geyseres grandes que se ven a todas horas debido a la intensidad de su erupcion y, desde uno de ellos, el agua que mana es tan abudante que forma una especie de piscina natural que, segun se va enfriando el agua -sale a 95º- hasta llegar a los 25º y sirve como "jacuzzi" natural para desentumecer los musculos despues de la congelacion matutina y recuperar "la color".
Despues de los geyseres del Tátio se visitan un par de lagunas a una altitud cercana a los 5000 metros, y aqui empiezan los problemas: el aire te falta en los pulmones y la cabeza empieza a doler, por eso la mayor parte del recorrido se hace en bus. Se llaman Mixcante y Meñique (como el dedo "menuquin" me decia mi hijo Alberto cuando era pequeño) y son preciosas.
La excursion se remata con una visita a un pueblo indigena que se llama Socaire en donde tienen una pequeña iglesita que parece un fortin de los que salen en las peliculas de indios y vaqueros con su murallita y todo. La gran atraccion para la mayoria de los de la excursion es, no obstante, los pinchitos morunos de carne de llama que venden en el pueblo (carne, al parecer, dificil de encontrar). Yo he optado por una empanada de queso de llama que sabe "regular" (los pobres animalitos estan pastando a unos pocos metros de donde se estan merendando a uno de sus congeneres).
Se regresa a San Pedro al mediodia y, despues de comer, me voy con un par de catalanes y un frances, compañeros de habitacion, a visitar los valles de la Muerte y de la Luna. Son formaciones geologicas impresionantes en donde se puede "leer" la historia cataclismica de esta parte del continente y de la creacion de los Andes (estoy hecho un fiera en temas de geologia: placas tectonicas, anticlinales, sinclinales, abducciones -no de extraterrestres-, erupciones, etc , etc.... pregunta, pregunta lo que quieras).
Lo del "Valle de la Muerte" es, segun me contaron el el Museo de Antropologia, un error debido a que quien le puso el nombre (un sacerdote belga llamado Le Paige, antropologo y arqueologo aficionado) no debia hablar un buen castellano y lo llamo el "Valle de Marte" y los lugareños le entendieron "Muerte" en vez de "Marte" (una pena que un lugar tan bonito tenga un nombre tan funebre). En cambio lo de "Marte" le viene que ni anillo al dedo, esto tan es asi que los propios "yanquis" de la NASA prueban los vehiculos que utilizaron en la Luna y los que utilizaran en la proxima mision a Marte, los "Pathfinder", en su superficie.
En el valle de la Luna se hace un recorrido por una especia de garganta que, a veces, se convierte en gruta y que es, como casi todo por aqui, de pura sal. En algunas partes del recorrido subterraneo tienes que reptar para poder pasar. Junto con la entrada te ponen un guia y te dan una linterna. ¡Una gozada!. Al atardecer subimos a una duna gigantesca para ver ponerse el sol sobr la Cordillera de los Andes y ver como se va tiñendo de diferentes tonalidades, del ocre al rojo oscuro.
¡Pero ahi no se acabo la cosa!. Al volver a San Pedro me entero que hay un suizo que lleva afincado en Atacama un monton de años y esta casado con una chilena. que es un enamorado fanatico de las estrellas y organiza en su casa, en las afueras de S. Pedro en el desierto, sesiones de iniciacion a la astronomia. El tio cuenta con siet u ocho telescopios -algunos enormes- en el jardin de su casa y ameniza la funcion con una charla bastante amena e instructiva sobre el Cosmos. Nos va contando como se llaman las constelaciones, las estrellas, los cumulos de galaxias, etc., etc. y las va señalando con un puntero laser potentisimo que hace que, en la absoluta oscuridad de desierto, parezca que las toca con él. Aun sin telescopios la experiencia de observar, en medio de la noche y en el desierto con un cielo despejado de nubes y luces de ningun tipo, ese impresionante cielo cuajado de estrellas (que, las visibles a simple vista, no son millones como solemos decir, sino apenas 6000 -¡que ya son!- es todo un espectaculo. Pero con el telescopio y su previa explicacion es una experiencia inolvidable que me ha marcado ¡ya nunca vere el cielo de la misma manera!. ¡Y, encima, te da un tazon de chocolate caliente para combatir el frio nocturno del desierto!. ¡Para mas "inri" te saca una foto de Saturno y sus anillos en tu propia camara acopladola a uno de los telescopios!. ¡¡¡Joder que dia Pepe!!!.
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