VARANASI / BENARES (2)
Existen pocos sitios en India tan coloridos, carismáticos o espirituales como los ghats de Varanasi, la ciudad de Siva. Aquí acuden peregrinos hindúes de cualquier lugar para lavar en el río santo los pecados de toda una vida o para incinerar a sus muertos. Un lugar en donde, tanto la vida como la muerte, se celebra y festeja a la vista de todos en sus famosos ghats (hay, repartidos a lo largo de solo una rivera mas de 90 ghats).
Pero eso no lo sabes hasta que no la ves en su esplendor. Y nosotros no lo supinos hasta horas después de llegar a ella. La llegada a la ciudad fue, digamos, "regular". A las cinco de la mañana en una estación de tren abarrotada hasta los topes, con cantidad de gente durmiendo, junto con varias vacas y sus "regalitos·, por los suelos. Las taquillas con enormes filas de gente intentando conseguir un billete de ultima hora... en fin lo clásico de cualquier estación de trenes india. Aún era de noche para aventurarnos a ir a la guest-house pero no había en la estación ni un metro cuadrado libre en donde dejar las mochilas o sentarnos, así que salimos a la calle y empezó el "teatrito" de siempre: montones de conductores de tuc-tuc, taxis, rischshaws, etc., mas los "espontáneos" que se ofrecen para guiarte (luego obtienen una pequeña comisión del conductor). Ellos que equis rupias y nosotros que la mitad de equis ... tira y afloja hasta que aceptamos el precio y, cuando crees tener cerrado el asunto ... empieza de nuevo la función: "que esa guest-house a la que queremos ir es muy mala, que esta sucia, o cerrada o que las calles de alrededor están llenas de delincuentes o yonquis, que...., etc.", pero ¡Oh milagro "don´t worry", ellos nos van a liberar llevándonos a otro que ellos conocen que, por supuesto, es mas limpia, mas barata, esta mejor situada, etc., etc.. Cuando insistes en que te lleven a la tuya ... cambio de estrategia: "vale te llevo pero te tengo que dejar antes porque las calles son muy estrechas y no pasa el tuc-tuc (eso es lo único cierto que dijo en toda la noche) y que luego tienes que ir andando durante veinte minutos por un barrio muy peligrosos" ¡y otra vez a enseñarte la foto de su guest-house! (son incansables).
El camino desde donde dejamos el tuc-tuc hasta donde íbamos fue de pesadilla. Calles infectas, llenas de basura y excrementos, vacas enormes en calles minúsculas (que para pasar con las mochilas tienes que hacer filigranas), callejón tras callejón por unos vericuetos laberínticos y, a esa hora de la mañana, nadie por las calles salvo las inevitables vacas y montones de puestos de control policiales con los policías con fusiles tipo "Mauser" de cuando los ingleses aún estaban aquí.
Al fin alcanzamos la guest-house y respiramos. Cuando amaneció salimos a darnos una vuelta por los ghats y tomamos una barquita para hacer el típico recorrido de madrugada por el río.
Dar, de madrugada, un paseo en barca por el Ganges viendo, a través de la espesa niebla, como los ghats van emerguiendo de la nada desde la bruma y los devotos efectúan sus oraciones (llamadas "Aarti") y hacen sus abluciones matutinas (ritos precisos y complicados que todos parecen conocer llamados "puuja", literalmente "respeto") y ofrecen a Ganga, la diosa madre, sus "diyas" (cestitas con flores y una velita encendida) dejándolas flotar a la deriva en el río, es todo un espectáculo difícil de olvidar.
Bueno, al final, bien esta lo que bien acaba.
Existen pocos sitios en India tan coloridos, carismáticos o espirituales como los ghats de Varanasi, la ciudad de Siva. Aquí acuden peregrinos hindúes de cualquier lugar para lavar en el río santo los pecados de toda una vida o para incinerar a sus muertos. Un lugar en donde, tanto la vida como la muerte, se celebra y festeja a la vista de todos en sus famosos ghats (hay, repartidos a lo largo de solo una rivera mas de 90 ghats).
Pero eso no lo sabes hasta que no la ves en su esplendor. Y nosotros no lo supinos hasta horas después de llegar a ella. La llegada a la ciudad fue, digamos, "regular". A las cinco de la mañana en una estación de tren abarrotada hasta los topes, con cantidad de gente durmiendo, junto con varias vacas y sus "regalitos·, por los suelos. Las taquillas con enormes filas de gente intentando conseguir un billete de ultima hora... en fin lo clásico de cualquier estación de trenes india. Aún era de noche para aventurarnos a ir a la guest-house pero no había en la estación ni un metro cuadrado libre en donde dejar las mochilas o sentarnos, así que salimos a la calle y empezó el "teatrito" de siempre: montones de conductores de tuc-tuc, taxis, rischshaws, etc., mas los "espontáneos" que se ofrecen para guiarte (luego obtienen una pequeña comisión del conductor). Ellos que equis rupias y nosotros que la mitad de equis ... tira y afloja hasta que aceptamos el precio y, cuando crees tener cerrado el asunto ... empieza de nuevo la función: "que esa guest-house a la que queremos ir es muy mala, que esta sucia, o cerrada o que las calles de alrededor están llenas de delincuentes o yonquis, que...., etc.", pero ¡Oh milagro "don´t worry", ellos nos van a liberar llevándonos a otro que ellos conocen que, por supuesto, es mas limpia, mas barata, esta mejor situada, etc., etc.. Cuando insistes en que te lleven a la tuya ... cambio de estrategia: "vale te llevo pero te tengo que dejar antes porque las calles son muy estrechas y no pasa el tuc-tuc (eso es lo único cierto que dijo en toda la noche) y que luego tienes que ir andando durante veinte minutos por un barrio muy peligrosos" ¡y otra vez a enseñarte la foto de su guest-house! (son incansables).
El camino desde donde dejamos el tuc-tuc hasta donde íbamos fue de pesadilla. Calles infectas, llenas de basura y excrementos, vacas enormes en calles minúsculas (que para pasar con las mochilas tienes que hacer filigranas), callejón tras callejón por unos vericuetos laberínticos y, a esa hora de la mañana, nadie por las calles salvo las inevitables vacas y montones de puestos de control policiales con los policías con fusiles tipo "Mauser" de cuando los ingleses aún estaban aquí.
Al fin alcanzamos la guest-house y respiramos. Cuando amaneció salimos a darnos una vuelta por los ghats y tomamos una barquita para hacer el típico recorrido de madrugada por el río.
Dar, de madrugada, un paseo en barca por el Ganges viendo, a través de la espesa niebla, como los ghats van emerguiendo de la nada desde la bruma y los devotos efectúan sus oraciones (llamadas "Aarti") y hacen sus abluciones matutinas (ritos precisos y complicados que todos parecen conocer llamados "puuja", literalmente "respeto") y ofrecen a Ganga, la diosa madre, sus "diyas" (cestitas con flores y una velita encendida) dejándolas flotar a la deriva en el río, es todo un espectáculo difícil de olvidar.
Bueno, al final, bien esta lo que bien acaba.
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